Pasamos una mañana en Williamsburg, barrio artístico y alternativo al norte de Brooklyn. Nos gustó el café Radish NYC, en plena Bedford Avenue, donde se puede comer sano en un ambiente muy agradable. Varias tiendas de segunda mano destacan en esta zona, Buffalo Exchange y Monk Vintage en Driggs Avenue. en este último no sólo tienen ropa muy interesante, sino también cachivaches retro de todo tipo. Pero la más grande y la más popular es Beacon’s Closet, una impresionante nave industrial en la 11th st.
Visita obligada es el puente de Brooklyn, hay quien dirá que hay que cruzarlo por la mañana, otros que al atardecer, otros que por la noche. Es igual. Todo momento tiene su encanto. Quedó pendiente para una futura visita, el River Café, un restaurante (algo caro) al borde del puente, y desde donde dicen se pueden disfrutar de las mejores vistas de la zona financiera de Manhattan.
Aprovechando que cruzamos a Downtown, hay que visitar un lugar de contrastes: embutidas entre rascacielos las históricas casitas (entre Pearl St y Broad St) que albergan el inmueble más antiguo de la ciudad, la Fraunces Tavern, que da nombre a la manzana. O la zona peatonal de Stone Street, llena de tabernas y bares al aire libre en verano.
Hay que ir a Staten Island en el ferry gratuito. Es obligatorio.
Una discreta tienda de posters antiguos en Tribeca, Poster Museum, alberga en su interior miles de láminas de todos los tamaños y de todas las épocas.
Compras de electrónica y sobre todo para cámaras de fotos, hay que ir a B&H (en la 9ª avenida, entre la 33rd y 34th St). Ya sólo la logística de la tienda es digna de ver.
Si quieres cenar a todo trapo, en un local de moda de la ciudad (pagamos la novatada la primera noche), el John Dory Oyster Bar, del Hotel Ace (Broadway con la 29th st) es el lugar. Otro sitio, más pintoresco y familiar, el Bubba Gump en Times Square, el típico sitio del que huirías al ver que una gamba gigante te invita a entrar.