Bajo la calle Delancey, en la antigua y abandonada estación de la calle Essex, se proyecta construir el primer parque subterráneo urbano del mundo. El Lowline sería algo totalmente novedoso, un espacio verde del tamaño de un campo de fútbol sepultado bajo las aceras y los rascacielos de Nueva York. Pero no será un lugar oscuro, contará con iluminación natural: utilizará discos solares para atrapar la luz que se distribuirá por toda la galería a través de fibra óptica.
El nombre es un guiño al High Line, un parque igual de innovador pero elevado, que ya ha reavivado el barrio de Chelsea.
Se estima la apertura para el año 2018.