El éxito espontáneo de una calle como Blanquerna de Palma sólo se explica por haber sabido combinar el comercio tradicional de toda la vida con nuevos establecimientos, restaurantes o cafés de calidad. Eso, unido a su carril bici, y por supuesto la decisión de hacerla peatonal, la convierte en una de las vías más encantadoras de la ciudad.