Ambas situadas al norte de Alemania, expuestas al frío del Mar del Norte y separadas por poco más de una hora en tren, no pueden sin embargo ser más distintas. Bremen es una ciudad pequeña, tradicional, tranquila, con un centro histórico de cuento bien definido, con una plaza con fachadas de postal… mientras que Hamburgo es una gran urbe con uno de los puertos más importantes de Europa, moderna, cosmopolita y ajetreada. Bremen se puede visitar en un día, la vecina Hamburgo requiere mínimo de dos o tres.

Bremen

Desde el aeropuerto llegas al centro en tranvía (línea 6), te puede dejar en la misma plaza de la Catedral o en la Estación Central. Todo se puede recorrer a pie, las distancias no son muy largas. Además, todo lo interesante está muy concentrado, la Marktplatz con el Ayuntamiento, la Catedral de St. Petri, la Böttcherstrasse, el barrio pintoresco de Schnoor, el paseo por el muelle del río Weser, las calles peatonales llenas de tiendas: Sögestrasse, Obernstrasse, y todos los pasajes comerciales cerrados que atraviesan manzanas enteras …. Aunque si te alejas un poco hacia el este, por la calle Ostertorsteinweg llegas al barrio de moda, Das Viertel, con cafés, bares, tiendas de diseño alternativas…

Lo que más me gustó: lo coqueta que es la ciudad, lo mucho que la cuidan, y lo volcada que está a sus cuatro ilustres músicos. Como anécdota si paseáis por la plaza del ayuntamiento de noche, cuando no hay tanto ruido, podréis oír un gato maullar, un perro ladrar, un gallo cacarear y un burro rebuznar. Hay en el suelo un sumidero, el «Bremer Loch» le llaman, que al echar unas monedas hace cantar a los famosos músicos.

Recomiendo dar un paseo nocturno por la ciudad, es espectacular con los monumentos encendidos.

Me alojé en el Motel One Bremen, muy recomendable por su situación, precio y funcionalidad. También tengo que hacer mención al Best Western Hotel Zur Post donde pasé la primera noche, pegado a la estación para coger el tren a Hamburgo al día siguiente, y que estaba bastante decente.

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Hamburgo

Hamburgo es una ciudad comercial, su puerto ha recibido mercancías de todas partes del mundo y ha abastecido a Alemania y a media Europa de cafés, chocolates, alfombras persas…. Y eso se nota en su arquitectura, grandes almacenes de ladrillos, canales, puentes, toda Hamburgo vive de cara al mar… Huele a mar, a sal, hay gaviotas por todas partes,… pero el mar queda a casi 100 kms!! El río Elba es tan navegable y abierto que parece el mismo mar. Dicen que es la ciudad con más millonarios de Alemania, que ya es decir… se ve en las tiendas de la zona del Alsterarkaden, se nota también en las casas señoriales del barrio de Altona.

Lo que más me ha gustado: sin duda el Elbtunnel, una maravilla de la ingeniería del año 1911: coches, bicis y peatones bajan 25 metros en unos ascensores de madera para cruzar los 400 y pico metros de largo por debajo del río Elba hasta la otra orilla. También la zona Speicherstadt, el barrio de los enormes almacenes de ladrillo donde llegaban las mercancías de países lejanos. El ambiente de puerto, y eso que no pude visitar el famoso mercado de pescado de St. Pauli, el barrio rojo y en mi opinión muy prescindible. El metro cuando sale a la superficie y bordea el río en su raíl elevado. La vida en el lago Binnenalster. El buen hacer del café, sin duda por la tradición de haber recibido los mejores cafés del mundo. Public Coffee Roasters o Elbgold dan fe de ello.

Me alojé en el InterCity Hamburg Hotel Hauptbahnof, un hotel muy estándar pero perfectamente situado frente a la Estación Central y a un paso de las principales calles comerciales y del Rathaus. Hamburgo es una ciudad cara, hay hoteles muy modernos, de diseño, con encanto, pero los precios pueden ser desorbitados. Como detalle, en este hotel ofrecen a todos sus huéspedes una tarjeta para usar de forma gratuita cualquier transporte durante toda la estancia.

Todas las fotos de Hamburgo.