Típicos tópicos, pero imprescindibles.
- Desayunar en Can Joan de S’Aigo es un must. Las ensaimadas recién hechas están traídas directamente desde el cielo. Lo sabían en el año 1700 y lo sabemos ahora. Y con un Laccao… gloria bendita.
- Visitar la imponente Catedral. Pocas ciudades pueden sentirse así de orgullosas de tener semejante construcción tan despejada, tan a la vista y a la vez tan protegida del mar por unas murallas. Y que nadie se olvide de los fenómenos que producen sus rosetones.
- Callejear por el casco antiguo y descubrir los patios y los secretos de la vieja Palma.
- Tomar el aperitivo en locales con encanto como La Rosa Vermutería o en la colorida Sifonería.
- Imitar a los lugareños comprando productos locales en el Mercado del Olivar o en Pere Garau.
- Probar el innovador menú de Claxon, cruce de cocinas o disfrutar de un buen pescado en Patrón Lunares.
- Admirar las vistas desde el Castillo de Bellver. Ir más allá y llegar al mirador de Na Burguesa, en Genova.
- Merendar una tarta casera en Rosevelvet Bakery o un café en La Molienda.
- Comprar recuerdos mallorquines en La Insular.
- Descubrir los grafitis del barrio de moda de Sa Gerreria. No sólo los de Soma o Joan Aguiló, también los anónimos.
- Cenar unas tapas en el nuevo Mercado Gastronómico de San Juan.
- Acabar la noche en Santa Catalina, el llamado Soho palmesano.
Un comentario en “Doce cosas que hacer en Palma”