Decidí escaparme a Barcelona a verla con otros ojos, a descubrir lo que nunca me había parado a observar, tomar el pulso del ajetreo de la vida diaria, alejándome de la parte más turística y adentrándome en la cuadrícula del Eixample. Desde Casanova hasta Pau Claris y desde la Diagonal hasta la Gran Vía: Rosselló, Provença, Mallorca, València, Aragó, Muntaner, Aribau, Balmes y especialmente Enric Granados. Calles con vida y detalles en cada esquina. Ultramarinos, mantequerías, farmacias, eléctricas, tiendas y comercios de toda la vida.
Algo de lo que nunca nos percatamos es el suelo que pisamos, y en Barcelona vale la pena mirar para abajo casi tanto como para arriba.
No importa cuántas veces haya estado ya, siempre me enamora como la primera vez.
Disfrutar los restaurantes de Tribu Woki
Saborear un buen café en Satan’s Coffee Corner
Un comentario en “Barcelona siempre enamora”