Siempre deseé vivir la Navidad en una ciudad centroeuropea, visitar los mercadillos, probar el glühwein (no me gustó), pasar frío a poder ser bajo la nieve (ni hizo mucho frío ni nevó), disfrutar el ambiente … y cuando ví vuelos a Colonia por 48 euros no lo dudé.
Catedral y Navidad serían las dos palabras que mejor definen a esta ciudad alemana bañada por el Rhin, la cuarta en importancia del país. La Catedral lo domina todo, es la seña de identidad, y puede que el único atractivo de la ciudad en otros momentos del año. Pero en Navidad todo gira en torno a los animados mercados, se puede encontrar uno en casi cada plaza principal.
- El mercado de la Catedral, Kölner Dom, en la plaza Roncalli. Casetas de madera con tejados rojos, todo envuelto en un manto de lucecitas que se unen en el centro en el árbol navideño más grande de la ciudad. Cuenta también con un escenario central con música en directo.
- Angel’s Market, en la plaza Neumarkt. Es el más antiguo y quizás el más elegante, con luces en forma de estrella, ángeles, casetas de madera tradicionales y una concurrida zona central para comer y beber.
- Old market, en Alter Markt, la plaza del Ayuntamiento. En mi opinión es el más bonito, o al menos el que tiene más encanto, ya que está dedicado a los gnomos. Las casetas de madera impresionan, son auténticas casas o cabañas, resistentes, bien construidas, y hay comida y bebida por doquier. Salchichas, carne de cerdo asada, salmones ahumados, gofres, vino dulce… la mezcla de apetitosos olores es indescriptible. Atravesando una calle el mercado continúa en la plaza Heumarkt, donde verdaderas casetas alpinas, con decoración de esquís antiguos y ambiente de refugio de montaña, rodean una impresionante pista de patinaje de hielo. Desde esta plaza se accede fácilmente a las callejuelas antiguas y al Fischmarkt, junto a la iglesia de Gross Sankt Martin.
- El mercado del puerto, junto al Museo del Chocolate. Pequeñito, junto al río.
- Rudolfplatz, el pueblo de St. Nicholas, Nikolausdorf. Un pequeño mercado a los pies de una torre, con casetas pintadas de colores, juguetes en los tejados, trineos con regalos, renos… Muy bonito.
- Stadtgarten, el más alejado del centro, junto a un parque. Los árboles decorados con luces rojas y los ciervos le dan un toque misterioso.
Un trenecito festivo recorre los cuatro primeros. Como curiosidad en cada mercado cuando te tomas un vino dulce caliente te dan una taza decorada en depósito, que al final la devuelves o te la quedas, como recuerdo es algo curioso.
La ciudad no es muy grande y se puede hacer toda caminando, hay dos grandes calles comerciales que la atraviesan, Hohe Strasse y Schildergasse. Impresiona pensar que tras la guerra no quedó nada en pie, sólo la catedral, y todo está reconstruido. Se puede llegar andando al barrio belga, pasando por la calle Aachener Strasse, plagada de terrazas, bares, tiendas y negocios hipsters.
Nos alojamos en el Ibis Köln am Dom, con una ubicación inmejorable. Por una puerta sales a la estación central, y por otra a la plaza de la Catedral. Punto de partida ideal para explorar la ciudad.
No hay que irse sin degustar las especialidades culinarias como el codillo o la variedad de salchichas, en Früh am Dom. Y merendar una tarta de manzana o de ciruelas, en Cafe Reichard.
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