Las Westman Islands, o Islas Vestman, o Vestmannaeyjar, son un grupo de islas situadas al sur de la costa islandesa. La isla mayor, Heimaey, habitada por unas 5.000 personas, es conocida por tres cosas principalmente, por su industria del pescado (que supone un porcentaje muy importante del total de Islandia), por sus colonias de frailecillos en verano y por el recuerdo de la erupción volcánica de 1973 del Eldfell, que obligó a evacuar a toda la población y modificó la isla por completo.
Se puede llegar en avión desde Reykjavik, pero lo suyo es hacer un alto en tu ruta por el sur y tomar el ferry que sale desde Landeyjahöfn. Lo gestiona la compañía Heljolfur. Son unos 40 minutos de agradable trayecto (si el tiempo acompaña, claro) en el que vas viendo los islotes cercanos, sólo habitados por aves, y con alguna casita solitaria (son una especie de refugio o club de caza privados). La isla principal es suficientemente pequeña como para verla en un día, si llevas tu coche en el ferry mejor. Yo no lo hice y contraté un tour para que me enseñaran los lugares más interesantes, y a la vez me contarán curiosidades y datos de interés.
La llegada a Heimaey impresiona sobre todo por el color del agua, de un turquesa suave, y por la tranquilidad de un puerto muy recogido, debido a la erupción de 1973 que casi tapona la entrada, lo que hubiera supuesto una tragedia en la economía de la isla. Gracias a ello, ahora el puerto siempre tiene aguas calmadas y la entrada se hace flanqueado por unos muros de piedra alucinantes, rodeados de aves y con ovejas pastando sorprendentemente en sus cimas.
Lo primero que nos enseñaron fue la práctica del Spranga, una especie de deporte nacional que consiste en escalar las rocas y con una cuerda balancearse, antiguamente usado para llegar a puntos casi inaccesibles para buscar huevos de las aves.
Después fuimos a un campo de golf conocido por ser uno de los más bonitos de Europa, literalmente metido en el semi-cráter de un enorme volcán, Herjólfsdalur, donde en agosto se celebra un famoso festival de los más populares de Islandia, Þjóðhátíð. El intenso verde del campo, los muros de piedra y el color azul de agua, creaban una estampa impresionante.
Justo aquí se encuentra la famosa Elephant Rock (Halldórsskora), que evoca tal cual un elefante bebiendo agua. Se ve claro, verdad? Es impresionante.
Fuimos después al punto de observación cercano a Stórhöfði, a buscar los famosos puffins, los frailecillos, que vienen puntuales cada verano. Pero por la hora, no estaban en sus nidos, en las laderas de los acantilados, sino que estaban volando y pescando en el mar. Sólo pudimos ver unos pocos. Pero vimos una foca!
Aunque, para compensar, nos llevaron al santuario de belugas y frailecillos, Sea Life Trust, donde tienen ejemplares heridos en recuperación, y pudimos hasta hacernos fotos con ellos. Tienen también dos belugas rescatadas de un zoo chino, en fase de adaptación hasta que las lleven a mar abierto, a una especie de piscina natural.
Fuimos después a la impresionante zona volcánica, terreno nuevo que ha ganado la isla después de la erupción de 1973. Nos contaron cómo la gente que lo vivió no quiere hablar de ello, prefiere olvidarlo, fue una experiencia muy traumática. Tuvieron que ser evacuados en barcos pesqueros, algunos se fueron con lo puesto, en pijama, y tardaron meses en poder volver. Grupos de voluntarios se quedaron a intentar salvar lo que pudieron, bombeando agua de mar sobre la lava que amenazaba con cerrar el puerto, hasta que la consiguieron enfriar y así detenerla.
El día finalizó con tiempo para comer en la ciudad, pasear y disfrutar del día tan estupendo que hacía, antes de coger el ferry de vuelta.
Fecha de la visita: 2 Julio 2020