La idea de poder experimentar tanto el solsticio de invierno como el de verano en el norte de Noruega, en el Ártico, y en la misma temporada, había estado rondando en mi cabeza durante mucho tiempo. Como ya sabréis, me fui a Tromsø para vivir la noche polar y el solsticio de invierno el 21 de diciembre de 2022, el día más corto o, dicho de otra manera, la noche más larga del año. Pero para el solsticio de verano, no podía elegir un lugar mejor, más mítico y simbólico que el Cabo Norte, el punto más septentrional de Europa. El 21 de junio de 2023, el día más largo del año, cuando el sol nunca se pone y tienes luz las 24 horas del día y de la noche. Quizás recordáis que ya viví un solsticio de verano en Islandia, pero no debemos olvidar que Islandia se encuentra fuera del Círculo Ártico y durante todo el verano el sol sí se pone, aunque sea sólo durante un par de horas, dejando su luz visible continuamente por encima del horizonte.



Así que comencé a planificar una ruta que me permitiera, además de vivir esta experiencia, explorar la zona. No fue una tarea sencilla, cuadrarlo todo fueron horas invertidas, tenía claro que debía estar allí el día 21 y terminar el día 4, ya que sólo disponía de dos semanas de vacaciones. Cuanto más investigaba, más cosas quería ver y más se extendían mis planes. Debemos recordar que Noruega, a diferencia de lo que se pueda pensar, es un país muy extenso y los desplazamientos por carretera no siguen precisamente una línea recta. Por lo tanto, finalmente decidí dividir el viaje en dos partes muy diferentes. Pasaría cinco días en el Cabo Norte y el resto en la isla de Senja, con algunos días en Tromsø. Sobre esta segunda parte hablaré en otro post (ya lo puedes leer aquí).
Así que vamos con aspectos de la ruta
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1. Vuelos
2. Ruta
3. Las carreteras
4. Alojamientos
5. El Cabo Norte (Nordkapp)
6. El sol de medianoche
7. Honningsvåg
8. Gjesvær
9. Hammerfest
10. Los ríos salmoneros
12. Alta
12. Traslado a Tromso
LOS VUELOS
Prácticamente siempre que quieras volar a algún lugar de Noruega, tendrás que pasar por Oslo sí o sí. Aunque existen algunos vuelos directos en verano desde Bergen, Tromsø o Trondheim, especialmente hacia destinos turísticos en España como Alicante o Tenerife, la opción más conveniente en términos de precios y frecuencias es hacer escala en Oslo. En mi caso, opté por reservar todo el trayecto con SAS, mi aerolínea de confianza junto con Norwegian, lo que me permitió despreocuparme de mi equipaje, ya que lo recogería directamente en mi destino final.
La ruta que seguí fue de Palma a Oslo, de Oslo a Tromsø (el avión hizo aquí una breve escala de quince minutos, donde algunas pasajeros bajaron y otros subieron, pero yo no me moví ya que no era mi destino final), y finalmente un vuelo corto de 35 minutos de Tromsø a Alta.
No se puede viajar a estas latitudes y no hacerlo junto a la ventana, debería ser considerado un delito. Tanto en el viaje de ida como en el de vuelta, las vistas son impresionantes, siempre y cuando las nubes lo permitan. Se pueden apreciar enormes cumbres nevadas, fiordos y playas, bosques y pueblos. Aterrizar en Tromsø siempre es un placer, ya que durante la aproximación al aeropuerto se puede contemplar la ciudad con todos sus detalles. Y al caer la tarde, con el sol ya más bajo en ese interminable atardecer de verano, se tiene el privilegio de disfrutar de un cielo teñido de tonos naranjas.
El aeropuerto de Alta es bastante pequeño, de esos en los que el avión, casi más grande que el edificio de la terminal, aparca junto a la única puerta y caminas directamente por la pista. Para llegar al centro de la ciudad, puedes coger un autobús de línea regular, como el número 140 que pasa por la carretera principal (a 5 minutos a pie) o el 62 desde la misma terminal (aunque con unas frecuencias más limitadas). El precio de un billete sencillo es de 37 NOK, aproximadamente 3 euros, y es recomendable descargar la aplicación Snelandia Mobilett. Personalmente, tuve que hacer uso del bus cuando, al final de la ruta, devolví el coche en el aeropuerto y me dirigí al centro de Alta para continuar mi viaje en autobús hacia Tromsø.
Sobre el aeropuerto de Tromsø, ya os conté aquí como llegar, qué buses se pueden coger y cuánto cuesta.
LA RUTA
Desde el aeropuerto de Alta hasta Cabo Norte, hay aproximadamente 3 horas y media de viaje por una carretera que atraviesa dos tramos muy diferentes. En primer lugar, la E6 te lleva a través de una frondosa meseta que sigue paralela a un río durante casi todo el trayecto. Luego, desde Olderfjord, continúas por la carretera de la costa, la E69, «ruta europea». Esta carretera serpentea al borde de acantilados, pasando por túneles y puentes sin cesar, hasta llegar a la isla de Magerøya. Una vez allí, después de pasar por el pueblo de Honningsvåg, parada técnica y de avituallamiento casi obligatoria, la carretera comienza a ascender por un altiplano y se vuelve inhóspita, con la típica vegetación baja de la tundra.
Todo el recorrido de regreso, incluyendo los desvíos a Gjesvær y Hammerfest, suponen aproximadamente unas 10 horas de conducción y algo más de 700 kilómetros. Otro desvío interesante, que personalmente no hice, es hacia la pintoresca localidad costera de Havøysund, también conocida por su carretera escénica.
Dos o tres días deberían ser suficientes. Yo decidí quedarme cuatro días, ya que no estaba completamente segura del pronóstico del tiempo y quería asegurarme de tener la oportunidad de disfrutar del sol de medianoche en la zona más próxima al Cabo Norte, lo cual logré. No querrás arriesgarte a atravesar toda Europa sólo para encontrarte con nubes y tener que regresar con las manos vacías!! La duración de tu ruta dependerá también de las actividades que quieras realizar, como por ejemplo hacer un salida en barco para observar aves en Gjesvær, los desvíos adicionales y el tiempo total del que dispongas. Como siempre hago, yo marco en un mapa todos los lugares que me interesa visitar, los agrupo y trazo la ruta en función de eso y las horas de conducción diarias.

LAS CARRETERAS
Alquilé un coche con Sixt en el pequeño aeropuerto de Alta. Opté por uno automático, perfecto para desplazarme por las carreteras de la zona. Estas carreteras, en condiciones meteorológicas favorables, no requieren de gran habilidad y se encuentran en excelente estado. Aunque, como es lógico, si tienen que hacer obras en las vías, no les queda más remedio que aprovechar los largos días estivales. Así que te puedes encontrar algunos tramos con obras. Durante esta época, es común encontrarse con autocaravanas en la carretera E69, muchas de ellas con matrícula alemana. Sin embargo, durante el invierno, es habitual que el último tramo de la carretera esté cerrado o tenga acceso restringido. De hecho, los últimos kilómetros antes del Cabo Norte sólo se pueden hacer a unas determinadas horas en invierno, y siempre acompañado en convoy. Es recomendable consultar siempre la página oficial noruega de carreteras y tráfico, ya que ofrece información precisa y muy útil. Incluso me alertó sobre posibles retrasos en la carretera debido al desplazamiento de una manada de renos!
No existen peajes en esta ruta, pero sí hay numerosos túneles, siendo el más importante el que conecta el continente con la isla de Magerøya, conocido como el Túnel del Cabo Norte, Nordkapptunnelen. Este túnel fue construido en los años 90, reemplazando la necesidad de coger un ferry para cruzar. Con una longitud de casi 7 kilómetros y una profundidad máxima bajo el mar de 212 metros, representa una impresionante obra de ingeniería. En su interior, la temperatura puede ser hasta 10 grados más baja que en el exterior, lo que puede generar una densa niebla debido al contraste térmico. Como dato curioso, el túnel cuenta con unos portones que se cierran en invierno para mantener algo la temperatura interior y evitar que se congele el agua que se filtra, y se abren siempre que se acerca un vehículo.
Otro túnel importante es el Honningsvågtunnelen, que ostenta el título de ser el túnel público más al norte del mundo. Con una longitud de poco más de 4 kilómetros, fue inaugurado en el mismo año que el túnel de Cabo Norte, como parte del megaproyecto para acercar esta remota zona.
Además de los túneles, también hay puentes de los que me gustan a mí, los típicos puentes noruegos largos y curvados, como el Veidnesbrua, que se encuentra justo al salir del túnel submarino. O el precioso puente colgante Kvalsundbrua para acceder a Hammerfest.
Así que, mientras en verano es un verdadero placer recorrer estas carreteras, en invierno puede convertirse en un desafío. La falta de luz, los fuertes vientos y, sobre todo, la presencia de nieve y hielo pueden hacer que la ruta sea muy complicada. Durante el viaje, es posible encontrarse con renos, de hecho, yo misma tuve varios encuentros con ellos. También es común tener que adelantar a muchos ciclistas. Y, como mencioné anteriormente, es frecuente cruzarse con autocaravanas o coches con remolque.
Como anécdota, el día 22 de junio a las 10 de la mañana, ya abandonando la zona de la punta del Cabo Norte, por uno de los tramos más inhóspitos de la carretera E69 justo antes del desvío a Gjesvær (concretamente en este punto, parking de auroras), me detuvo la policía para un control de alcoholemia. No me han parado nunca en mi vida, y me tuvo que pasar justo aquí, en medio de una tundra desértica! Yo imagino que prepararon ese control, debe ser un dispositivo habitual cada año, porque la noche del 21 (recordad, el solsticio) se juntan muchísimas caravanas allí, mucha gente con sus sillas y mesas con botellas de champán y vino celebrando la ocasión (hablaré más abajo), y durante la mañana iban a empezar su regreso. Así que les esperaba un día largo de controles!
Que sepáis que la gasolina en Noruega, a pesar de ser uno de los mayores productores de petróleo, es cara. Esto se debe a que principalmente exportan casi todo el petróleo sin refinar. Los ingresos generados por la venta no se utilizan para el bienestar actual, para rebajar precios o mejorar educación, sino que se invierten en fondos y acciones para garantizar el bienestar futuro cuando esas reservas naturales se agoten. El precio de la gasolina varía considerablemente durante el día, siguiendo un sistema de oferta y demanda. El precio promedio es de 23,47 NOK (aproximadamente 2,05 euros), y el proceso de repostaje es similar al de Islandia. Debes indicar una cantidad que será pre-bloqueada temporalmente en tu tarjeta y finalmente sólo se te cobrará lo correspondiente a la cantidad de combustible que en verdad hayas recargado. Personalmente, nunca me han retenido ese dinero, pero por precaución, siempre es recomendable solicitar a la máquina el ticket de compra.
ALOJAMIENTOS
La oferta de alojamientos en la zona es limitada, por lo que es recomendable reservar con antelación, especialmente en lugares estratégicos que tienden a llenarse rápidamente. A excepción de las ciudades, donde es posible encontrar hoteles, el resto de los alojamientos serán principalmente campings, donde conviven pequeñas cabañas, vehículos recreativos y tiendas de campaña. Estos campings suelen contar con servicios comunes como cocinas y baños. Por lo general, se encuentran en lugares con encanto, junto a un lago o al pie de una colina donde los renos pastan.
Mi primera noche en Noruega fue más bien una parada técnica, ya que mi vuelo llegaba de noche y no tenía suficiente tiempo para llegar muy lejos después de recoger el coche y hacer algunas compras. Así que decidí alojarme en el Camping Solvang, ubicado a la salida de Alta. Me esperaba la encargada que muy amablemente me explicó todo el funcionamiento. Fue aquí donde tuve el placer de conocer a mis inseparables amigos, los mosquitos del verano ártico. El camping tiene una ubicación perfecta y unas instalaciones impecables. Dormí prácticamente de un tirón, sólo me desperté a las 3 de la mañana para correr las cortinas de la habitación y ver… ¡el sol! Mi primer contacto con el sol de medianoche! Por la mañana, preparé mi desayuno con café soluble, galletas, fruta y yogur, y salí temprano en dirección al norte.
En el siguiente alojamiento, el BaseCamp NorthCape, tuve una experiencia que resultó un tanto agridulce. Originalmente, tenía planeado quedarme dos noches, pero al final sólo pude estar una. Ya sabía que los alojamientos iban a ser muy sencillos y básicos, con algunas incomodidades propias de estar en medio del campo. Puede que no esté acostumbrada a este tipo de situaciones, o tal vez me considere demasiado exigente o tiquismiquis, pero una cosa es esperar ciertas incomodidades y otra muy distinta es encontrarse con una cabaña completamente invadida de arañas. Estaban por todas partes, en las esquinas, en el suelo, colgando de sus hilos desde el techo… Intenté acostarme tapada hasta las orejas pero no pude conciliar el sueño, ya que no dejaba de pensar que las arañas se movían libremente mientras yo intentaba dormir. Así que esa noche salí con mi almohada y antifaz a dormir en el coche (aunque «dormir» es un decir), y tuve que buscar otro alojamiento para la segunda noche, lo cual fue todo un desafío dada la poca disponibilidad de opciones. Además, tuvimos una ola de calor inusual para esa zona, y ninguno de los alojamientos está preparado para ello. Hacía demasiado calor dentro de la cabaña y no se podían abrir las ventanas ni la puerta, ya que entraría una bandada de mosquitos, lo cual generaba otro problema. ¡Todo parecía ponerse en mi contra! A pesar de todo, esa noche en vela también tuvo su recompensa: a las 4 de la madrugada, mientras trataba de dormir con un ojo abierto y otro cerrado en el coche, me sorprendió la visita de una enorme manada de renos. Este complejo vacacional está ubicado de manera ideal en Skarsvåg, la última población pesquera más al norte de Europa y a 14 kms del Cabo Norte. Es perfecto para hacer una parada de un par de noches y utilizarlo como base para explorar la zona. Yo planeé dos noches allí, ya que si el primer día el tiempo no era favorable y llovía o había nubes, malo sería que el siguiente día fuera igual. De esta manera, tendría dos oportunidades para presenciar el sol de medianoche en un lugar tan mágico. Además, se pueden realizar otras excursiones en la zona, como una corta caminata desde el camping hasta Kirkeporten, o una más larga hasta el verdadero «Cabo Norte», el cabo de Knivskjellodden. Tenedlo en cuenta si planeáis una ruta por aquí.
Como ya lo conseguí a la primera, decidí moverme a otro alojamiento y tuve la fortuna de encontrar una habitación en Sleep In, en el pueblo de Honningsvåg. Un establecimiento peculiar que estaba siendo renovado, la fachada parecía que se caía a trozos, de hecho al llegar en coche di la vuelta porque no creía que pudiera ser ese lugar tan destartalado, y tuve que revisar el mapa varias veces pensando que me había equivocado. Pero, una vez dentro, tras las amables instrucciones del propietario por teléfono, pude comprobar que las habitaciones estaban completamente reformadas, impecablemente limpias y todo olía a nuevo. Sólo había otro huésped, así que prácticamente tenía todo el lugar para mí y pude utilizar la cocina para desayunar. La cama era cómoda, el baño estaba en perfectas condiciones, había aparcamiento justo en la puerta y ofrecía vistas al mar. ¡Qué más se puede pedir!
Mi tercer alojamiento fue en la ciudad de Hammerfest, en el Smarthotel Hammerfest, muy bien ubicado frente al mar. Anteriormente, había estado en otro Smarthotel en Oslo hace algunos años. Los hoteles de esta cadena son muy básicos, con habitaciones pequeñas y compactas pero muy bien distribuidas, que cuentan con todo lo necesario. Ello les permite ser un poco más económicos que otros hoteles de Noruega. Hammerfest es una ciudad muy pequeña y se puede recorrer a pie, por lo que este hotel es perfecto para pasar una noche.
Y finalmente, la última noche antes de dirigirme a Tromsø, me quedé en el Thon Hotel Alta. Nunca me canso de recomendar esta cadena, ya que nunca me decepciona. Las habitaciones son enormes, las camas son inmensas, tienes Nespresso en la habitación, paraguas, calzador de botas (muy útil para el invierno, creedme), hasta tabla de planchar! El hotel cuenta con un gimnasio totalmente equipado y, especialmente los desayunos son excepcionales. Realmente nunca he visto buffets más surtidos y sobre todo sanos. Además, no son hoteles excesivamente caros en comparación con otros. Este hotel está pegado a la estación de autobuses de Alta, por lo que es perfecto si quieres continuar tu viaje desde aquí.
Otras opciones que consideré: Hytte Camp NordKaap, Scandic Hammerfest y Norkapp Vandrerhjem
EL CABO NORTE (NORDKAPP)
71°10′21″ N 25°47′04″ E….
El propósito del viaje se puede describir con una sola palabra: inmensidad. A medida que te acercas, puedes intuir que hay algo grandioso. La carretera, los accesos, la llegada al enorme estacionamiento lleno de autocaravanas. Es cierto que el lugar es muy turístico, pero es EL LUGAR en mayúsculas, el fin del mundo, el punto más al norte de Europa. Siendo honestos, no es del todo cierto, ya que el cabo que está justo al oeste, Knivskjellodden, llega 1400 metros más al norte, pero sólo se puede acceder a pie después de varias horas de caminata. Así que podríamos decir que éste es el punto más al norte de Europa accesible en coche. Aunque lo cierto es que no lo es de la Europa continental, ya que Nordkapp se encuentra en la isla de Magerøya, así que… ¡Stop! Basta de peros! No rompamos la magia de este momento.
Vale, debéis ser conscientes que es un lugar muy turístico. Al llegar, puede parecer que sólo hay un edificio con una gran bola encima y ya está. Sin embargo, debajo de este edificio hay muchas instalaciones subterráneas que se pueden visitar comprando una entrada, que cuesta alrededor de 30 euros. Estas instalaciones incluyen un cine panorámico, una capilla, un museo y una cueva de luz. Personalmente, creo que no vale la pena, ya que lo interesante de este lugar está justo afuera, al aire libre, y todo eso es completamente gratuito, incluso el aparcamiento, que solía ser de pago pero ya no lo es. Sí está permitido acceder a la cafetería y visitar la tienda de souvenirs. Aquí te expiden un certificado sellado como prueba de que has visitado este lugar tan remoto. De pago, claro. Pienso que no es necesario ese papel, ya que tus recuerdos y las millones de fotos que tomes son la mejor prueba. Lo que sí es interesante es enviar una postal desde aquí, con un bonito sello y que llegue con un matasellos único. Yo misma me envié una a mi yo del futuro, y la recibí cómodamente en casa un mes después. Cuanto menos curioso.
Lo más icónico es el famoso globo, que se ha convertido en el símbolo del Cabo Norte, y del que no puedes escapar para hacerte fotos. Está en el mirador situado más en la punta, pero también está genial recorrer todo el acantilado para verlo desde diferentes perspectivas. La altura y la inmensidad del océano que tienes enfrente te hace sentir lo pequeños que somos en comparación con la naturaleza. Prácticamente todo el perímetro del acantilado está vallado por lo que no hay peligro. Desde lo alto se pueden ver los enormes cruceros que han atracado en Honningsvåg que se acercan a ver el cabo desde el mar antes de dirigirse asus destinos, a Svalbard o Tromsø. Parecen barcos de juguete, diminutos. Durante mi visita, sucedió que había un crucero que llevaba dando vueltas en círculos durante casi una hora justo allí delante. Me uní a unos fotógrafos que, con el zoom, estaban intentando averiguar qué pasaba. Resulta que había ballenas en la zona y el capitán decidió regalar a los pasajeros una vista tan memorable antes de seguir su trayecto.
Esa tarde había estado lloviendo y estuve a punto de cancelar mi visita, estando sólo a 15 minutos en coche de aquí. Me planté a mí misma y me dije, pero qué demonios?!!? No has venido hasta aquí para quedarte entre cuatro paredes. Que llueve? Pues chubasquero, botas y p’alante! Así que sobre las 8 de la tarde llegué a Cabo Norte. Y suerte que lo hice porque el cielo se fue abriendo, y las nubes hacían la estampa más fotogénica si cabe. Con decir que apareció un intenso arco iris que acababa sumergiéndose en el mar! Fue absolutamente mágico!
A medida que se acercaba la medianoche, empezaron a llegar autobuses llenos de turistas y aquellos que habían llegado en autocaravana empezaron a instalar sus sillas y mesas plegables en primera línea del acantilado, con bebida y comida, para celebrar el solsticio. Yo decidí apartarme de la multitud y me alejé un poco más, hasta la zona donde ya no había vallas y reinaba la tranquilidad. No sé si otras noches de verano se producen las mismas aglomeraciones, supongo que sí, pero imagino que esa noche en particular es aún más especial. A medianoche, la gente brindó y aplaudió, mientras yo observaba el sol y respiraba, absorbiendo toda su energía!
EL SOL DE MEDIANOCHE
Debido a la inclinación del eje terrestre, en el norte de Noruega, así como en toda el área dentro del Círculo Polar Ártico, durante los meses de verano no se pone el sol. Concretamente el fenómeno dura en Cabo Norte desde el 14 de mayo al 29 de julio, y por ejemplo en Svalbard, más al norte, del 18 de abril al 25 de agosto. Cuanto más al norte subes, cerca del polo, más duración tiene el sol de medianoche, llegando a 6 meses en el mismo polo norte, donde sólo hay un amanecer y un anochecer al año.
Si tienes suerte de apreciarlo, verás como el sol empieza a bajar pero en un momento dado, cuando en otras latitudes se acabaría poniendo, aquí empieza a desplazarse en horizontal por encima del horizonte, siempre presente, para al cabo de unas horas volver a subir y dar comienzo a un nuevo día. Es una magia que se explica con este gif…

La sensación es extrañísima. No es que haya luz y parezca que es de día a las 2 de la madrugada, es que realmente lo es! Puedes salir a tomar el sol e incluso sentir su calor. Para los visitantes nos puede parecer muy impactante y hasta perturbador. Es casi imposible dormir sin antifaz, en parte porque… sigo sin entender por qué, aquí parecen no saber lo que son las persianas o cortinas opacas! Aun así, la falta de un anochecer como tal hace que tus ritmos biológicos se alteren y pierdas la noción del tiempo y los horarios. Sumado a las menos horas de sueño, es posible que te sientas más cansado de lo habitual. Los habitantes de estas zonas nacen ya con esta adaptación en los genes, y la fortalecen con el hecho de mantener sus rutinas y horarios. Aunque pueda parecer que los niños pueden seguir jugando en el parque a las 10 de la noche, a esa hora es momento de cenar e irse a dormir. Lo que sí me resulta curioso es lo de los animales, porque por la noche los pájaros siguen cantando y los renos pasean a sus anchas aprovechando la ausencia de personas. Pero entonces, ¿cuándo duermen? Porque durante el día también los ves activos… Misterios árticos.
HONNINGSVAG
Esta pequeña ciudad pesquera es la última de importancia antes de llegar al Cabo Norte. Más al norte se encuentra el pueblo de Skarsvåg, estuve allí alojada en el camping, pero Honningsvåg está considerada ciudad, con aproximadamente 2.500 habitantes. En Noruega la ley dice que ciudad es aquella población de más de 5.000 habitantes, Honningsvåg por los pelos se llevó el título un año antes de la implantación de esa ley. Cuenta con un aeropuerto y un puerto de grandes cruceros, incluyendo el famoso Hurtigruten, que hace toda la costa noruega de arriba a abajo, hasta Svalbard. Todo aquí gira en torno al puerto y al desembarco de los visitantes, con tiendas de souvenirs, restaurantes y cafés. Es punto de partida de autobuses para visitar el cercano Cabo Norte. Además, Honningsvåg también sirve como parada estratégica de abastecimiento en una ruta por la zona, ya que dispone de un supermercado grande y una gasolinera.
Para llegar a Honningsvåg, siguiendo la carretera E69, hay que atravesar el túnel Nordkapptunnelen y luego cruzar el puente Veidnesbrua. Después de eso, se puede hacer una parada en el pintoresco pueblo de Sarnes, donde tuve la coincidencia de encontrarme con una manada de renos en la playa junto a las casetas de pescadores (rorbuer) llenas de cajas de bacalao fresco. Posteriormente, se atraviesa otro túnel, el de Honningsvågtunnel y al salir de este último túnel, ya se puede ver el pueblo. Si coincide que hay un crucero atracado, se puede apreciar que es prácticamente más grande que todo el pueblo en sí.
En Honningsvåg probé el mejor café y bollos de todo el viaje, en un coqueto café llamado Honni Bakes, a casi 30 grados en su terraza. Fue rocambolesco comprobar que a pesar del calor podría ver a gente con polar y gorro de lana.
Si atraviesas el pueblo y sigues por la costa llegarás al final de la carretera a Nordvågen, un diminuto pueblo de dos calles. Desde allí pude ver ballenas nadando en dirección a mar abierto.
GJERVAER
También en la isla de Magerøya, pero desviándote de la carretera principal, llegarás al encantador pueblo de Gjesvær, un auténtico paraíso, lleno de playas y aguas azul turquesa. El camino hasta allí es pintoresco, y al llegar, lo haces descendiendo desde lo alto, lo que te permite disfrutar de las impresionantes vistas y apreciar los colores del agua. En este pueblo, se ofrecen tours en barco a las cercanas islas de Gjesværstappan, reserva natural y santuario de aves, especialmente para observar a los frailecillos (puffins) que visitan estas costas durante el verano. El calor era tan intenso que daban ganas de lanzarse al mar!
Durante el trayecto hasta aquí, algo que llamó mucho mi atención fue una diminuta cabaña perdida en medio de la nada. Era una típica casita de madera con el techo cubierto de hierba, y tenía una mesa y bancos en el exterior, junto a un lago. Era tan peculiar que no pude resistirme a parar para averiguar más. Resulta que esta cabaña está perfectamente equipada con cocina, estufa, pala de nieve, leña y todo tipo de utensilios y herramientas. Además, cuenta con un acogedor saloncito comedor con vistas al lago. Lo más sorprendente es que la puerta está abierta, no tiene llave, y por tanto está a disposición de cualquier persona que desee utilizarla. Incluso me imagino que se puede dormir allí si te encuentras atrapado en una tormenta durante el invierno. La gente deja comida no perecedera y se puede firmar en un calendario que cuelga en la pared. Es algo realmente sorprendente. No he conseguido encontrar información de quién puede ser el propietario y quién la mantiene. Pasé un rato allí tomando algo, sin dejar de pensar en lo diferente que sería en España, donde algo así ya habría sido saqueado u ocupado el primer día. Aquí está la casita.
HAMMERFEST
A medio camino entre Alta y Cabo Norte, desviándote hacia el oeste, en la isla de Kvaløya se encuentra la ciudad de Hammerfest. La entrada a la isla la harás por el puente colgante de Kvalsundbrua, me coincidió que tanto a la ida como a la vuelta me lo encontré completamente tapado por un curioso túnel de niebla, sólo allí en ese punto, estancado en el canal que separa la isla del continente.
Hammerfest, que tiene nombre como de festival de heavy metal, también tiene una rica historia marcada por grandes batallas durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue ocupada por los alemanes. Además, ostenta el honor de haber sido la primera ciudad en el norte de Europa en contar con luz eléctrica en sus calles. Su emblema y escudo representan a un oso polar, y de hecho, a la entrada de la ciudad se encuentra una imponente estatua de un oso polar, mientras que otros dos se sitúan en la plaza del ayuntamiento. El lugar cuenta con un Museo de la Reconstrucción y un punto geodésico por donde pasa el meridiano, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad y las montañas e islas cercanas, se puede subir a un mirador por unas interminables escaleras por la ladera que protege la ciudad, o bien ir en coche por la parte trasera de la colina.
Como dato curioso, si pasas una noche en Hammerfest durante el verano, podría parecer que aquí sí se pone el sol, ya que la ciudad está rodeada de montañas que temporalmente ocultan el sol y simulan esa ‘puesta de sol’.
Hammerfest cuenta con un pequeño aeropuerto y una zona altamente urbanizada, con alrededor de 11.000 habitantes. Es un destino perfecto para admirar las auroras boreales durante el invierno, y destaca por su bonita decoración navideña.

Un corto trayecto en coche te permite, siguiendo la única carretera que atraviesa la ciudad, llegar a la pequeña localidad de Forsøl, donde hay espectaculares y tranquilas playas de agua transparente, ruinas de un poblado vikingo, y donde los renos campan a sus anchas por las calles.
LOS RIOS SALMONEROS
En la primera parte del recorrido entre Alta y el norte, el camino sigue en gran parte paralelo a un bonito río salmonero, el Goahtemuorjohka. En varios lugares, el río fluye con calma dibujando sinuosos meandros, pero en otros es caudaloso y forma cascadas y rápidos. En esta época del año, los ríos bajan llenos debido al deshielo, alimentados por las enormes montañas de la zona, éste concretamente desemboca en Oldernes.
A lo largo del camino, hay pequeñas cabañas dispersas, algunas se alquilan para disfrutar de un fin de semana de pesca. Precisamente, durante el fin de semana, es común encontrarse con muchos coches que llevan cañas de pescar, ya que la pesca es un pasatiempo nacional muy popular.
En este punto específico de la carretera, es posible parar y hacer una pequeña caminata, ya que hay un puente colgante de madera y un sendero que permite disfrutar de rápidos y saltos de agua interesantes. Además, en este otro punto cercano se puede bajar para ver cascadas un poco más altas.
ALTA
Como mencioné anteriormente, si decides emprender esta ruta, lo más probable es que vueles a Alta (a menos que partas desde Tromsø). Si es así, te darás cuenta que el aeropuerto se encuentra a escasos 10 minutos del centro y se puede llegar en autobús urbano. Sin embargo, debo decir que el centro de Alta deja mucho que desear, ya que a mi gusto carece de alma y personalidad. Lo que se supone que es el centro de la ciudad consiste en un centro comercial y una calle con restaurantes y hoteles, mientras que el resto está compuesto por áreas residenciales diseminadas y un puerto bastante feo. La única cosa destacable es la Catedral de las Auroras Boreales (Nordlyskatedralen Alta kirke), cuya torre en espiral recuerda a las formas que dibujan las luces del norte. Con el sol, la torre construida en titanio brilla y refleja tonos dorados. Sin embargo, no recomendaría entrar, no vale nada la pena y además es de pago.

Pero si hay algo que destaca en Alta por encima de todo es su interesantísimo museo de los petroglifos (Alta Museum), declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Este museo ofrece un recorrido al aire libre por una pequeña bahía, donde se pueden encontrar numerosas pinturas rupestres que datan de hace 6.000 años. Estas representaciones muestran diversas escenas de la vida cotidiana de la época, la relación entre el pueblo cazador-recolector y la tierra, los animales, sus creencias, mitos, rituales y actividades de caza y pesca. Todas estas pinturas se conservan en perfecto estado sobre las pulidas y blancas rocas. Especialmente destacan las imágenes de renos y osos, algunas de las cuales han sido pintadas de rojo para resaltarlas. Este recorrido es apasionante y está muy bien guiado, en un entorno natural fascinante.
El precio de la entrada es de 145 NOK (unos 12 euros) y vale realmente la pena. Estarás ante uno de los más bonitos ejemplos de arte rupestre de la humanidad.
Otra visita cercana es el Tallboy crater, un cráter de guerra producido por el bombardeo del ejército británico al acorazado alemán Tirpitz, que estuvo refugiado en estos fiordos durante la segunda guerra mundial.
TRASLADO A TROMSØ
Para mi segunda etapa del viaje ya me tenía que desplazar a otra zona a 7 horas en coche, incluyendo dos trayectos en ferry. Para evitar conducir durante tanto tiempo y tener que devolver el coche en un lugar diferente al de la recogida, decidí ir en autobús hasta Tromsø. Podría haber cogido un vuelo y llegar en tan sólo media hora, pero la idea de recorrer la zona de los Lyngen Alps cómodamente sentada, cruzando los fiordos en ferry, me pareció una buena opción. Además, ahorraba dinero, lo cual siempre es importante, especialmente en Noruega.
Así que me planifiqué de acuerdo al horario del único bus, el 150, que hace el recorrido desde Alta, un domingo a las 14.15 hrs. Amaneció lloviendo y con una densa niebla, así que agradecí no tener que ser yo la que condujera. Por suerte el hotel donde había pasado la noche, el Thon Hotel Alta, estaba pegado a la parada, y puntual como un reloj suizo partía el bus. El billete sencillo cuesta unos 45 euros y son 6,40 horas de trayecto, que incluye el pase de los dos ferrys, de Olderdalen a Lyngseidet (unos 45 minutos) y de Svensby a Breivikeidet (una media hora). También hay un par de paradas en gasolineras para comprar algo o ir al baño. A pesar de quedar un poco deslucido por la niebla, el recorrido fue precioso, casi siempre bordeando la costa y sorteando las diferentes entradas del fiordo, pero también en un momento el bus sube una montaña donde todavía había rastros más que evidentes de nieve. A medida que me acercaba a Tromsø ya fui reconociendo las carreteras de mi anterior visita en diciembre, aunque obviamente se veían completamente diferentes al invierno.
Me hizo muchísima ilusión volver a Tromsø. Me fui de allí un 7 de enero en total oscuridad y tocaba recibirme con un sol radiante, pero en cambio lo hizo el cielo completamente gris.
RECOMENDACIONES, QUÉ VESTIR, QUÉ COMER
Lógicamente, para viajar al norte de Noruega, es necesario llevar ropa de abrigo. No importa si es pleno verano y hay una ola de calor, siempre te encontrarás con días fríos y lluviosos. Por lo tanto, es recomendable llevar desde un bañador hasta un polar. Un chubasquero y botas de montaña son imprescindibles. Además, no olvides llevar un antifaz para dormir y chanclas para los baños comunitarios. Por supuesto, no te olvides del spray anti mosquitos y, si es posible, una mosquitera.
En mi maleta, llevé varias cosas para comer desde España, ya que, a pesar de que puedes encontrar casi de todo allí, los precios son muy altos. Por eso, es bueno llevar alimentos que aguanten durante un viaje en coche, como ibérico al vacío, frutos secos, barritas energéticas, huevos cocidos y latas de atún. Lo bueno de los supermercados grandes (solo podrías encontrarlos en Alta o, como mucho, en Hammerfest) es que suelen tener un «salad bar», donde puedes crear tu propia ensalada al peso, con mucha variedad de ingredientes, especialmente proteínas, legumbres, huevo, salmón, etc. En las gasolineras sólo encontraréis hot dogs y frituras de dudosa calidad. Café, helado, galletas, snacks y porquerías, las que queráis! Si queréis comer o cenar en un restaurante, yo no lo hice ni una sola vez, la cuenta no os bajará de 30 euros. El plato más popular por aquí es el King Crab, el cangrejo real. El bacalao y el salmón también son populares, así como la carne de reno.
No te olvides de que en las zonas urbanas hay que pagar por aparcar y es muy recomendable descargar la aplicación EasyPark para despreocuparte. Presta atención a las señales, ya que suelen tener dos horarios de aplicación: uno para los días de semana y otro para los fines de semana. Por cierto, todo absolutamente todo se puede pagar con tarjeta, no he visto una corona noruega en mi vida.
Y consulta siempre la web de tráfico noruega Staten Vegsvesen y para consultar el tiempo la del Instituto Meteorológico Noruego.
Enlaces de interés:
Snelandia (transporte zona norte)
Troms Fylkestrafikk (transporte Tromso)
Vegvesen (tráfico)
Espero que os haya gustado la ruta y que si os lanzáis a hacerlo me lo contéis! ¡No te pierdas la próxima publicación sobre Tromsø en verano y la isla de Senja!

















































































































































Un comentario en “Solsticio de verano en el Cabo Norte”