Vuelvo a coger coche y carretera, esta vez para ir a la Península de Snæfellsnes. Ya había estado el año pasado y ya había visitado los sitios más populares, pero el poder ir a tu aire te da la libertad de ver lo que quieras, cómo quieras y el tiempo que quieras. Además, las horas de luz del solsticio de verano son las máximas del año, y eso había que aprovecharlo. Y ya, teniendo en cuenta que la temporada de orcas en esta zona termina a principios de julio, y que se abrió una ventana de dos días de buen tiempo (y temperaturas de 22 grados, algo excepcional), la decisión estaba tomada.
No pensaba repetir las visitas del año pasado, pero pasar cerca de sitios como Kirkjufell, Arnarstapi o Djúpalónssandur, era demasiado tentador como para no pararse a echar un vistazo. El camino hasta allí es muy fácil, se trata de seguir la carretera 1 (la ring road) hacia el norte, pasando por el túnel submarino que salva el fiordo Hvalfjörður. Pero antes de llegar a Borgarnes y seguir hacia Snæfellsnes, vale la pena desviarse un par de horas hacia Reykholt, por las carreteras 50 y la 518. Desde allí llegas a Barnafoss, la cascada de los niños, donde el agua cae furiosamente, y la vecina Hraunfossar, donde el agua se desparrama por las rocas de forma más tranquila. De camino puedes ver los pozos de agua hirviendo de Deildartunguhver, junto al spa Krauma. También quedaba muy cerca y no podía dejar de verlo, Grábrókargigar, una ruta de senderismo por dos pequeños cráteres, desde lo alto las vistas del valle del Norðurá son impresionantes.
Deshaciendo la carretera 1 hacia el sur, vuelves a Borgarnes, puerta de Snaefellsnes y parada obligatoria para tomar un café y estirar las piernas. Ya desde allí, hay que tomar la carretera 54 que dará toda la vuelta a la península. La punta es otra carretera, la 474. Ambas son muy placenteras, casi todas en línea recta y atraviesan enormes montañas, fiordos, playas, y siempre bajo la presencia imponente del volcán y glaciar que da nombre a la península y al parque nacional. Conducirlas es todo un placer.
Tenía especial interés en dedicarle más tiempo a lo que no hubiera visto el año pasado: Búðakirkja, una iglesia negra en medio de la nada, rodeada de prados verdes y nevadas montañas, y con una playa de arena a sus pies. Muy típica de fotos de postal. En otra playa de arena dorada, Skarðsvík, había gente bañándose!! Saxhóll, otro cráter al que se sube por unas escaleritas y que te dejan frente a frente con el volcán de Julio Verne. El faro de Malarrif, junto a las rocas de Lóndrangar. Y los pintorescos pueblos de Ólafsvík, Grundarfjörður y Stykkisholmur. La montaña sagrada de Helgafell, donde dormí y me hice amiga del perro de los granjeros. La tradición dice que si subes ese monte de un tirón, sin hablar y sin mirar atrás, al llegar a la cima puedes pedir tres deseos. Yo los pedí por si acaso, aunque lo cierto es que por el camino fui hablando con el perro, que me acompañó hasta arriba. Pero lo chulo de hacer una ruta así es pararte donde algo te llama la atención, como la preciosa iglesia de Ingjaldshóll, rodeada de lupinos, las típicas flores de color violeta. Aunque no siempre es fácil parar, y no está recomendado, lo cierto es que a veces las carreteras son tan rectas que tienes visibilidad suficiente para asegurarte que no viene nadie.
Ver las orcas era mi objetivo, a principios de julio termina su temporada, y en los últimos 3 días el mismo grupo de ballenas había sido visto por las aguas de Ólafsvík. Así que era una oportunidad de oro. Y fue, sin ninguna duda, un sueño cumplido. Los de Laki Tours nos llevaron hasta las aguas del noroeste y no tuvimos que alejarnos mucho para encontrar a dos grupos de unos 12 o 15 ejemplares, que con pequeñas crías, se dejaron ver durante un buen rato. El barco paró el motor para no molestarlas, y entonces, todos en silencio, lo único que se oía es su respiración, primero expulsando el agua y luego tomando aire en una profunda y sonora bocanada. Esa escena, con las montañas nevadas y el glaciar de fondo, es algo que te deja sin habla. Qué animales tan majestuosos! Qué espectáculo!
Por favor, os pido que escuchéis la respiración en estos dos vídeos.
Y aquí el montaje de las mejores imágenes con música de Sigur Rós.
Lo otro que me dejó emocionada fueron las puestas de sol. A contrario de lo que puede parecer, el sol de medianoche de Islandia no es como el de otros lugares del círculo polar ártico. Precisamente por estar fuera del círculo, aquí se pone y sale el sol todos los días del año. Otra cosa es que permanezca oculto justo al borde del horizonte hasta que vuelve a salir, un par de horas después. En el día del solsticio de verano es cuando más tarde se pone y cuanto antes sale. Concretamente las dos puestas que pude ver, en Stykkishólmur se puso a las 00:36 (el día 20) y en Grundarfjörður a las 00:32 (el día 21). Como van cambiando los colores, los rojos, anaranjados, rosas… son indescriptibles. Si además, el escenario acompaña, el sueño es completo.
Consejo de viaje: ten siempre un plan B. Y más en Islandia, donde precisamente el tiempo no se caracteriza por ser estable, tener 3 días de sol seguidos es un milagro, así que si un día te cancelan una excursión o va a llover mucho en la zona, puedes tener una alternativa. En esta escapada yo no me organicé bien, y reservé anticipadamente los hoteles donde iba a dormir cada noche. ¿Qué sucedió? Que por el pronóstico del tiempo, me cambiaron la salida a ver orcas un día antes de lo previsto, a una hora muy mala además, a las 14:00 de la tarde, que me cortaba y condicionaba todo el día. La ruta de la península es circular, y para esa hora yo pensaba estar en el extremo opuesto del círculo, que iba a hacer en sentido de las agujas de reloj. Eso me obligó a recomponer la ruta y lo que iba a ver en un día entero quedó reducido a unas horas por la tarde, un poco ajustado, saliendo en sentido contrario, desde Ólafsvík. Podéis ver los mapas más abajo. Pero no me importó, las orcas eran la prioridad. Suerte que ahora hay horas de sol eternas. A lo mejor, si no hubiera reservado el hotel en un sitio determinado, con el cambio de planes habría podido dormir en la costa sur, en Arnastapi por ejemplo, y así no tener que repetir el mismo tramo, la carretera 56, hasta 3 veces. Tenía una tarifa no reembolsable en el hotel, igual si hubiera llamado y explicado los motivos, no me habrían puesto pegas para cancelar. No se me ocurrió intentarlo, pero ahora lo pienso y casi que valió la pena, porque ver la puesta de sol de un 21 de junio en Grundarfjörður con el monte Kirkjufell de fondo no tiene precio. Además aquí en verano el sol se pone y sale por el norte así que no fue tan mala idea volver a la costa norte a dormir. Normalmente en Islandia en verano conviene reservar pues la ocupación es alta, pero en estos tiempos de covid no habría tenido problema en encontrar alojamiento sobre la marcha. Durante la ruta sólo me encontré con franceses, alemanes y algunos checos y lituanos. Y coincidimos unas 10 personas en la excursión de las ballenas.
Otro tema. Había leído mucho sobre cómo poner gasolina en Islandia, que si te bloqueaban en la tarjeta la cantidad máxima de llenado y luego acababan devolviéndola, que si te cobran más de lo que pones, etc… Yo no he tenido ningún problema. Al final del post explico cómo es el proceso.
En esta ruta, con mi Dacia Duster, nuevecito, hice 928 kilómetros en 3 días y gasté 12.082 coronas (76,95 euros) en gasolina. Con el bluetooth conecté Spotify todo el camino, a veces poniendo Sigur Ros por paisajes desiertos (conducir en Islandia escuchando Sigur Rós, sueño cumplido), pero prácticamente mi banda sonora fue mi playlist de música británica de todos los tiempos. Escúchala aquí.
El tercer día, el tiempo se preveía muy malo en Snaefellsnes, así que cambié de península, me fui para el sur, crucé Reykjavik y pasé la tarde en la zona de Reykjanes, para acabar de relax en una vacía y tranquila Laguna Azul. Esto de disponer de coche te da la libertad de hacer planes sobre la marcha.
Día 1: Reykjavik-Stykkishólmur
Día 2: Stykkishólmur-Grundarfjörður
Día 3: Grundarfjörður-Blue Lagoon-Reykjavik
Dónde dormí:
- Helgafell Guesthouse. Dos pequeñas casitas junto a un lago, y junto a la montaña sagrada de Helgafell, a la entrada de Stykkishólmer. Las vistas desde la cima valen mucho la pena. Las casitas está muy bien equipadas con todo lo necesario. Lara y su familia, los dueños, viven en una casa cercana y te dejan café, cereales y un poquito de leche.
- Grundarfjörður Bed and Breakfast. Situado en el pueblo del mismo nombre, la verdad es que no se le puede pedir más de lo que ofrece a un precio muy razonable para ser Islandia. Este pequeño hotelito, humilde y sencillo, ofrece un desayuno básico, que se agradece, y una cama cómoda para descansar junto al puerto.
Gastos:
Alquiler del coche 3 días, Dacia Duster, con seguro premium y seguro de grava: 120 euros
Gasolina: 77 euros
Excursión Orcas 3 horas: 65 euros
Alojamiento 1 noche: 85 euros
Alojamiento 1 noche con desayuno: 81 euros
Cena de mejillones en Sjávarpakkhúsið: 25 euros
Entrada Blue Lagoon: 25 euros
Puestas de sol: gratis
Fecha de la ruta: 20-23 Junio 2020
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Cómo poner gasolina en Islandia.
Lo primero es elegir en la pantalla un idioma que entiendas para seguir las instrucciones sin problema. Si tienes suerte y puedes repostar en una gasolinera asociada a tu empresa de alquiler de coche, podrás beneficiarte de descuentos. Para ello, tienes que validar la tarjeta o el llavero de descuento que te habrán proporcionado. ¿Cómo? Acercándola al scanner que hay en el surtidor, te dirá entonces que «ok, tarjeta de descuento activada», y te pedirá que introduzcas la tarjeta de crédito o débito (yo siempre he usado débito). Introduces la tarjeta y seleccionas la cantidad a repostar. Aquí vienen las dudas, hay gasolineras, sobre todo las más remotas o con surtidores sencillos, donde no tienes la opción de «lleno» (en ese caso todo sería más fácil) y tienes que elegir una cantidad. Ni idea de cuánto necesito repostar en coronas, no te vuelvas loco intentando calcular los litros, el precio del litro, los euros, las coronas….. más sencillo que todo eso. Elige la cantidad más alta, yo qué sé, 10.000 coronas (unos 64 euros). Tranquilo que sólo te cobrarán lo que rellenes. Te pide entonces el pin de tu tarjeta y si estás en un surtidor de dos caras el número de surtidor que vas a usar. Retira la tarjeta. Pones la gasolina hasta que salte el tope de lleno. Si has seleccionado 10.000 y sólo te ha dado para 4.500, sólo te cobrarán 4.500. Para ello, es importante que una vez termines, vuelvas a meter tu tarjeta, pidas el recibo, y se te imprimirá entonces el ticket. Ahí podrás ver que te han cobrado correctamente. Yo, personalmente, cada vez que he repostado, he recibido de mi banco (La Caixa) un sms advirtiéndome de un gasto en coronas que nada tiene que ver ni con lo seleccionado ni con lo finalmente cobrado, así que ni caso…
Tip extra: reposta siempre que puedas, no sabes cuantos kilómetros más tendrás que hacer hasta la próxima gasolinera y conviene ir siempre con el depósito lo más lleno posible.