Cuando piensas en Islandia, ¿te vienen a la mente paisajes de hielo y nieve?, ¿o más bien las típicas imágenes de preciosas cataratas rodeadas de verdes praderas y montañas, arco iris, desiertos y playas negras, cielos azules,…?
Islandia son dos países totalmente distintos en verano y en invierno. Pero lo que es cierto, es que su verano es tan corto que podríamos decir que prácticamente vive cubierta de blanco la mayor parte del año. Recientemente la NASA ha publicado una impresionante foto de satélite donde se ve la isla completamente blanca, de norte a sur y de este a oeste, incluida la ciudad de Reykjavik.
Creo que esas condiciones de invierno son las que proporcionan a Islandia su carácter mágico y su innegable atractivo. Además, sólo en invierno se pueden ver fenómenos únicos como las auroras boreales.
Si algo caracteriza a Islandia son sus glaciares. El 11% de su territorio son masas glaciares. Muchos de ellos reposan sobre volcanes y el peligro que ello conlleva, ya que si entran en erupción pueden provocar importantes inundaciones. El más grande, que es a su vez el más grande de Europa, es Vatnajökull, se puede ver desde el espacio como una inmensa mancha blanca.
Esa enorme masa de hielo cuenta con muchas lenguas glaciares, algunas más escarpadas, algunas más planas, y en ellas se puede encontrar el gran tesoro del invierno islandés: las cuevas de hielo. Cada año, expertos exploradores se dedican a buscar los huecos y cavidades por donde el agua del deshielo en verano ha buscado su camino y ha dejado tras de sí enormes grutas talladas con formas inverosímiles que pueden ser visitadas en invierno. Por seguridad LAS CUEVAS SÓLO PUEDEN VISITARSE EN INVIERNO! Algunas resultarán más accesibles, otras no tanto y habrá que caminar durante horas o incluso llegar sólo en helicóptero… Lo bueno de los glaciares de Islandia es que ninguno está a una altura considerable, de hecho el pico más alto de la isla tiene sólo 2.100 metros, así que se puede llegar a ellos de una forma más o menos fácil.
He tenido la posibilidad de ver algunas cuevas de hielo. El año pasado durante la caminata por el glaciar Falljökull pudimos entrar en una pequeña cueva, que era segura a pesar de ser septiembre. Más bien era un paso entre el hielo del glaciar. Repetí el mismo glaciar y la misma cueva este febrero. Un aperitivo de los que vendría después.
Hace unos días, en marzo, he podido ver una de las más bonitas y espectaculares surgidas en este último año, la cueva Sapphire, en el glaciar Breiðamerkurjökull, la mega lengua glaciar que alimenta la laguna Jökulsárlón. Tenía muchas ganas, especialmente después de seguir en Instagram las cuentas de Local Guide (los guías expertos en cuevas) y Hidden Iceland (quien nos llevó en el tour de dos días) y ver los colores y las formas de esa cueva y de las expediciones que realizan (no dejéis de seguirles, son espectaculares).
La excursión, de unas 4 horas, parte desde la laguna glaciar de Jökulsárlón. Te llevan en un mega jeep 4×4 por unos accidentados caminos cubiertos de hielo y nieve, un paisaje casi lunar, a veces salpicado por algunos renos, que sólo se ven por estas zonas. Vas adivinando el glaciar a lo lejos, con sus bordes que finalizan en perfectos muros lisos, parecen paredes hechas por el hombre, como un escenario de película. Una vez dejamos el jeep, te dan el casco y los crampones y empieza la caminata. Te sientes como un astronauta, el silencio es sepulcral, el entorno inóspito y la expectación máxima. Atraviesas un pequeño arroyo por un puente de tablones de madera y te encuentras de golpe con la entrada a la cueva. Un agujero, como una herida abierta, en la mole de hielo.
No se puede describir con palabras, es algo que hay que vivir. Aunque si hay alguna palabra que puede definirlo es AZUL. Todo es azul allí, aparte del blanco de la nieve. El hielo es de un azul tan intenso que no parece real. Y no está frío ni mojado, es tan suave al tacto que parece falso, parece como de plástico o metacrilato, como hecho artificialmente para engañar a los turistas.
La llegada a la cueva
La bóveda principal de entrada
Accesos a la parte interior de la cueva, parecen puertas a otra dimensión
El interior de la cueva
El exterior de la cueva y los muros del glaciar
Parecen imágenes de otro planeta, ¿verdad?
Existen otras cuevas en Islandia que pueden visitarse todo el año.
Una es la Katla Ice Cave, situada bajo el volcán de su mismo nombre, en el glaciar Mýrdalsjökull. No es tan azul, es más negra debido a las erupciones de lava y cenizas. Pero seguro que bien vale la pena. La tengo en mi lista de deseos. Edito: al final la hice, aquí el post.
La otra es una cueva artificial, hecha por el hombre. Se trata de la atracción Into The Glacier, un túnel construido bajo el glaciar Langjökull, el segundo más grande de Islandia. Vale, no es de formación natural, pero no quita que estés dentro de un glaciar, con metros y metros de hielo sobre tu cabeza, y eso impresiona bastante. Además, la subida se hace en unos enormes vehículos de 8 ruedas que pertenecieron al ejército americano, y eso ya es una experiencia en sí.
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