La cueva negra de Katla

Me han preguntado recientemente si tuviera que elegir entre visitar en Islandia una cueva azul del Vatnajökull o la cueva negra de Katla, cuál escogería. Y mi respuesta ha sido fácil: ambas. No podría decidirme, ambas tienen su propia personalidad y belleza. Pero si cuevas azules hay varias y cada año surge alguna nueva de mayor o menor belleza, la de Katla es única por su entorno completamente negro y porque, si no sucede algo extraordinario, se puede visitar durante todo el año.

A raíz de esta consulta, me he dado cuenta que se me quedó en el tintero hablar sobre ella. La tenía pendiente cuando escribí sobre las cuevas de hielo de Islandia. Tremendo despiste, pues es una de las mayores atracciones de Islandia, y que ahora se ha vuelto más popular si cabe por la serie de Netflix que refleja muy bien el entorno. Es tan impresionante que se merece un post propio.

↓ Ver hasta el final para imágenes espectaculares

La Katla Ice Cave se encuentra dentro de los muros del glaciar Kötlujökull, una de las lenguas del Myrdalsjokull. Ese glaciar esconde en su interior al volcán Katla, dormido y temido, uno de los más poderosos de Islandia. Para entender su importancia en su última erupción generó el enorme sandur que se puede apreciar en el mapa.

La ruta para llegar es una experiencia casi tan apasionante como la cueva en sí. Prácticamente todos los tours en super jeep 4×4 salen del pueblo de Vík, desde allí unos 40 minutos siguiendo la Ring Road dirección este y desviándose por un camino de arena antes de llegar a Hjörleifshöfði. Yo lo hice con Arctic Adventures. NO lo hagais por vuestra cuenta, hay un momento en que el camino se corta literalmente como un cuchillo y el jeep salta por los aires para caer en arena virgen y seguir un tramo bastante complicado. Ese corte se puede ver claramente en el modo satélite de este mapa. Yo que iba sentada delante al lado del conductor lo estaba viendo venir de lejos y pensaba… no, no será capaz, no se va a tirar así de la carretera a lo loco. Y sí, lo hizo. A continuación, bordeando la montaña de un color verde intenso que contrasta con el negro, se llega a un altiplano desde donde se divisa todo el frontal del glaciar con la cueva y desde allí el jeep baja por una ladera de una considerable pendiente, una burrada (también se puede ver en este mapa).

Aquí un vídeo con fragmentos de esa ruta, empieza bajando esa pendiente:

Aquí varias fotos del camino, la primera el punto donde se corta el camino.

Os sonará este paisaje pues es el escenario de las escenas iniciales de Rogue One: una historia de Star Wars.

Una vez el jeep aparca, te dan las instrucciones de seguridad, el casco, los crampones y empieza la caminata por un lecho de arena fangosa, por donde desaguan cientos de riachuelos de agua del glaciar, y por donde han dispuesto tablones a modo de puentes para sortearlos. A medida que te acercas vas viendo con detalles las paredes del glaciar, que a primera vista no veías pues parece la propia montaña. Debajo de todo ese negro es hielo azul en realidad, y eso se aprecia cuando hay un agujero o restos de un desprendimiento, como el que se produjo poco antes de mi visita. Nos contaron que la cueva que se visitaba hasta entonces se derrumbó un día de pronto (se pueden ver los restos de enormes bloques de hielo amontonados), pero por suerte se había abierto otra enorme boca que, una vez explorada y asegurada, es la que ahora se visita.

Y ya al llegar a los pies de la entrada a la cueva, te planteas… ¿en serio hay que entrar ahí? Vamos a morir todos. Os juro, que yo estaba más preocupada de no resbalar y morir que de poder disfrutar de la cueva. No es que sea peligroso, si no no harían tours, pero sí que hay que ir con máximo cuidado y estar muy pendiente de donde pisas. Cada día, dependiendo del flujo de agua, cambian de sitio las pasarelas de madera.

La cueva, al menos cuando yo la visité en agosto de 2020, tenía dos enormes aberturas de forma ovalada, una a cada extremo del muro de hielo, de modo que desde una entrada podías ver la otra y admirar las bóvedas del techo, completamente surcadas por líneas negras de ceniza. La cruzamos de extremo a extremo tocando las paredes, y nos mojamos con los chorros de agua que caían desde el techo, aunque a veces caían trozos enteros de hielo, y eso fue lo que más miedo me dio.

Aquí un vídeo de la aproximación y del interior, lo poco que pude grabar sin riesgo de morir. Por cierto, perdón por el formato vertical, son fragmentos sacados de mis stories de Instagram. El ruido ensordecedor es el agua corriendo por dentro de la cueva.

Aquí cobra sentido el lema de «Islandia, tierra de hielo y fuego». Se pueden apreciar perfectamente incrustadas en el hielo las líneas negras de la ceniza expulsada y comprimida en las diversas erupciones del volcán.