Continuando mi ruta por el Norte de Noruega, después de dedicar los días del solsticio de verano a la zona del Cabo Norte, la siguiente parte del viaje me llevaba hasta Tromsø. En un principio mis planes iniciales incluían un tercer salto en Noruega, concretamente hasta Trondheim para hacer una ruta por la imponente carretera del Atlántico hasta Ålesund. Por suerte desestimé esa idea loca, que me habría obligado a ir casi con la lengua fuera. La zona central de Noruega queda pues reservada para otra ocasión.
Ya os he contado en el post de Cabo Norte, cómo me desplacé desde Alta hasta Tromsø. Se puede ir en avión, en un vuelo corto de sólo 35 minutos, pero yo me decanté por ir en bus regular, el 150, que tarda casi 7 horas en hacer los casi 300 kms que separan ambas ciudades. El bus serpentea por los fiordos, y ataja haciendo uso de dos trayectos en ferry. Una oportunidad de admirar los Lyngen Alps sin tener que conducir. También así me ahorraba el suplemento de alquilar el coche en Alta y dejarlo en Tromsø. Lástima que el día de ese trayecto fue uno de los peores del viaje, una densa niebla apenas dejaba ver nada, frío, llovizna, nada apetecible. En Tromsø iba a pasar un par de días, antes de alquilar otro coche y dirigirme a explorar la isla de Senja, una de las maravillas noruegas.
Senja: pico Segla, Tungeneset y Hamn 

Tromsø: puerto y playa de Telegrafbukta

Esta habría sido la ruta normal que habría hecho, contando con los desvíos a Bardufoss y a Hofsøy, si no llega a ser porque debido a la niebla tuve que alterar planes y tuve que hacer y deshacer varios tramos de la carretera de Senja para ajustar la ruta y dejar los trekkings más espectaculares para días mejores. O sea que el tiempo total y los kilómetros fueron realmente más que lo que indica el mapa. A eso hay que sumar los dichosos túneles que hay que consultar siempre para no llevarte sorpresas. Sigue leyendo para averiguar los detalles.
Clica para ver más sobre:
- Sur de Senja: Hofsøy y Solstrand,
- Norte de Senja
- Logística y túneles
- Fjordgård (punto de partida de las rutas a Segla y Hesten)
- Los pueblos de Senjahopen y Mefjordvær
- La playa de Ersfjordstranda
- El mirador de Tungeneset, «los dientes del diablo»
- Steinfjord
- Skaland (punto de partida de la ruta a Husfjellet) y Bøstranda
- El mirador plataforma de Bergsbotn
- Hamn i Senja (punto de partida de la ruta a Sukkertoppen)
- Ballesvika y Gryllefjord (puerto de donde sale el ferry a Andenes)
Tromsø
Ay, esa preciosa Tromsø que dejé completamente a oscuras un 7 de enero en plena noche polar me recibe un 25 de junio, no precisamente con un sol radiante como esperaba, sino con cielo completamente gris y desapacible. Esto es el verano ártico, un día bueno, un día malo, siempre imprevisible!
Afortunadamente eso fue sólo un espejismo. Al día siguiente, salió el sol con fuerza. Pude comprobar cómo los mismos lugares que hacía unos meses estaban cubiertos de montañas de nieve, ahora parecían completamente distintos. Me sorprendió ver que la calle principal estaba en obras, totalmente abierta dejando ver sus entrañas. No es de extrañar que dediquen el verano a hacer reparaciones de este tipo, pues en invierno es prácticamente imposible, debido a la nieve, al hielo y a las pocas horas de luz. En el puerto la actividad era tranquila, y la sauna Pust con su zona de baño, donde me atreví a meterme un 3 de enero, lucía paradójicamente menos atractiva. De hecho, en general tuve la sensación de que la ciudad estaba un poco más vacía y menos animada que en invierno, cuando todo era un hervidero de barcos saliendo en busca de auroras boreales y ballenas, autobuses y minivans saliendo de la ciudad para realizar tours y excursiones,… Hay que tener en cuenta que Tromsø es una ciudad universitaria y cuenta con alrededor de 8.000 estudiantes que no están en verano. Y eso resta vida.
Decidí dar un paseo hasta la zona donde residí en diciembre y me acerqué a la playa de Telegrafbukta, el lugar donde pasé tantas noches esperando la aurora boreal. En invierno ni me lo planteé, pero esta vez, estaba decidida. Me puse el bañador y me aventuré en el agua, aunque sólo llegué hasta la cintura. La marea estaba algo baja y para sumergirme completamente, tenía que caminar bastante sobre un suelo lleno de rocas y piedras. Al final, desistí de la idea. Pero sigue leyendo, porque sí tuve la oportunidad de bañarme en Noruega en verano…
Otra visita que realicé y me sorprendió gratamente fue cuando regresé al lago Prestvannet. En invierno, desaparece bajo toneladas de hielo y los árboles se cubren de nieve. Pero esta vez, el lago y sus alrededores estaban llenos de vida, con una gran variedad de aves y árboles de un verde intenso, y mucha gente paseando y disfrutando de la naturaleza en pleno centro de la ciudad. Me dio envidia pensar que son muy afortunados de tener dos ciudades al año, dos ciudades completamente diferentes.
En Tromsø me alojé en dos hoteles. Las dos primeras noches en el Smarthotel Tromsø, muy bien ubicado junto a la pizzería Casa Inferno y junto a la oficina urbana de Avis, donde alquilé el coche para irme a Senja. Ya os he hablado de la cadena Smarthotel, es muy básica pero es la más económica en Noruega. Cuando volví de Senja antes de coger un vuelo para irme a Oslo, me alojé en el Thon Hotel Polar, una calle más abajo. Fantástico, como todos los hoteles de esta cadena.
Un último paseo final, una ensalada al solecito, un café en mi lugar favorito y despedida de Tromsø hasta la próxima vez, porque habrá próxima vez seguro!
Senja
Habréis escuchado hablar de Senja, seguro, es una verdadera joya del norte de Noruega y uno de los destinos favoritos para hacer senderismo y excursiones, tanto para los noruegos como para los visitantes. Está tan cerca de Tromsø que resulta irresistible no dedicarle una visita.
Para llegar a Senja desde Tromsø, hay dos opciones. Quizás lo ideal sea hacer el trayecto de ida por un camino y el regreso por otro, para variar el paisaje.
1- Por la carretera E8, que conecta tres países: Noruega, Suecia y Finlandia. Aproximadamente una hora después de salir de Tromsø, hay que tomar el desvío por la E6 hacia el oeste. Esta fue la ruta que yo elegí tanto para la ida como para la vuelta, aproximadamente 2 horas y media hasta llegar a Finnsnes, la puerta de entrada a Senja, justo antes de cruzar el puente que la separa del continente. Luego, ya en Senja, hay que sumar una hora más para llegar, al norte, al primer fiordo.
2- Atravesando la isla de Kvaloya, hacia el norte de Tromsø, y luego tomando el ferry en Brensholmen hasta Botnhamn, ya en Senja. Este trayecto es más corto, alrededor de 2 horas, pero hay que tener en cuenta un tiempo prudencial de espera en el muelle para tomar el ferry, ya que no admite reservas. Si observas el mapa, ambas islas están muy cerca. Por lo tanto, esta es una buena opción si además quieres visitar la isla de Kvaloya y hacer una parada en Sommaroy.
Podríamos hacer una comparación muy visual para describir la isla: imagina que es como el dorso de una mano derecha abierta. El cabo más al norte sería como el dedo meñique, mientras que el cabo más al sur sería como el pulgar. Y entre los dedos, se encuentran los impresionantes fiordos. Los lugares más populares estarían ubicados entre el meñique, el anular y el corazón, mirando hacia el norte, justo por donde transcurre la pintoresca carretera escénica 862. No estoy diciendo que el sur no sea bonito o interesante, pero es una zona más inhóspita, con poca presencia humana y de acceso más difícil. Allí se encuentra el Parque Nacional de Anderdalen.
Pues bien, mi ruta transcurrió de manera tranquila. Tenía varios días por delante y no quería apresurarme, así que me tomé las cosas con calma. Decidí pasar mi primera noche en Finnsnes. Llegué a la hora de comer y una vez instalada en el Finnsnes Hotell, ahora el Comfort Finnsnes Hotell, salí a explorar la zona sur de Senja, cruzando por primera vez el puente Gisundbrua.
SUR DE SENJA
Para esta zona de Senja no tenía una ruta fija en mente, no sabía qué me iba a encontrar. Sólo había marcado dos lugares en el mapa: Hofsøy y Solstrand. Me dirigía hacia el primero, que sería el punto más lejano de mi ruta, pero en el camino, a tan solo 30 minutos de haber salido, me topé con Norwegian Wild, un complejo de camping y cabañas que había anotado como opción de alojamiento cuando empecé la planificación. No me lo esperaba, lo había descartado por ser bastante caro y se me había olvidado por completo. Era el momento perfecto para hacer una parada y tomar un café en su acogedora cafetería, disfrutando del sol en el porche. Este complejo es una pasada, está impecablemente cuidado, con unas casitas rojas frente al lago, que tienen unos ventanales acristalados inmensos orientados de forma que no ves a tu vecino ni te ven a ti,… Me imaginé pasar allí una noche de invierno, con la chimenea encendida y admirando las auroras boreales. Además, tiene una sauna en forma de enorme barril. Pero la joya de la corona es la habitación del faro, que cuenta con un telescopio! No podéis perdéroslo, puede ser perfecto para una noche de capricho.
Después de esta parada me dirigí, ahora sí, a Hofsøy, una islita separada por un encantador puente, donde hay una granja museo y bonitas playas, no me quedó otra que ir parando multitud de veces allí donde veía un sitio increíble, que eran muchos, como zonas de aguas turquesa delante de imponentes muros de roca y verdes prados junto a playas….
Luego, me dirigí a Solstrand, en la zona de Refsnes, una área con playas de un azul intenso. Para llegar allí, tuve que desviarme desde la carretera 860 por un camino de grava. La inmensidad del mar, tranquilo como un espejo y con un azul que solo he visto en Mallorca, se puede apreciar en esta foto aérea. Durante todo este trayecto, prácticamente no me crucé con nadie. La tranquilidad, el silencio y la calma fueron las características más destacables de la zona sur, algo que contrastaría con lo que me esperaba en el norte.
NORTE DE SENJA
Al día siguiente a buena hora partí de Finnsnes hacia el norte de Senja. Una hora de carretera hasta mi destino en Fjordgård. La idea original para este día era llegar pronto para hacer la excursión de la subida a Segla. Pero desafortunadamente, a pesar de que el pronóstico del tiempo no lo anunciaba, una densa capa de niebla cubría la isla por completo, y no dejaba ver ni uno solo de los picos de las montañas. El tiempo en Noruega es muy imprevisible y te puedes ver obligado a tener que adaptar tus actividades. Me decidí entonces a seguir la carretera, llegar a mi hotel y allí, con un café calentito delante, pensar bien qué hacer. Para las dos primeras noches tenía reserva en el encantador Mefjord Brygge ubicado en el medio de todo. Esa tarde me dediqué a explorar el pueblo y subir al cercano pico Knuten, que aún bajo la niebla tuvo su encanto.
Logística y la importancia de los túneles
Revisé pues mi planificación y el parte meteorológico para el día siguiente y concluí que, según el pronóstico, me convenía empezar el día por el punto más alejado e ir recorriendo el camino inverso, persiguiendo los claros del cielo, aunque eso me obligara a hacer y deshacer la carretera. La ruta escénica de Senja, aunque cuenta con algunos desvíos, es prácticamente lineal, y todos los puntos de interés te los encontrarás a lo largo de la carretera. Mi prioridad era la subida a Segla y la quería hacer con sol sí o sí, así que me vi obligada a trastocarlo todo, en parte también debido a la ubicación de los alojamientos reservados.
No sería un drama porque de punta a punta son unos 60 kilómetros y no supone una enorme locura ir y volver. La complicación viene con los túneles y sus horarios y restricciones. Consultad siempre por favor el estado de los mismos en la web oficial, ya que os puede pasar como a mí, que estaba a 15 minutos de mi destino y, por confiarme, el cierre de un túnel me obligó a dar la vuelta completa a la isla, más de 2 horas añadidas de carretera tontamente. Concretamente fue el Geitskartunnelen, entre Senjahopen y Ersfjord, que suele tener restricciones de paso nocturnas, a las 6 de la tarde se cerraba y hasta las 6 de la mañana no volvía a abrirse. Aunque es posible que encuentres algunas horas de paso autorizado en convoy, e incluso algunos fines de semana de apertura. (Me di cuenta tarde, cuando ya casi había completado la vuelta, que podía haber esperado para cruzar con el siguiente convoy).
Prácticamente todos los túneles son amplios, de dos carriles, pero hay dos concretamente que son de un solo carril para ambos sentidos, con obligación de ceder el paso en los apartaderos laterales que existen cada pocos metros. Siempre me han causado terror estos túneles, desde mi primera e inesperada experiencia en el Múlagöng en el norte de Islandia. Por suerte, la mayor parte de las veces que tuve que atravesarlos lo hice detrás de otro vehículo (caravanas casi siempre, habitual por la isla) y eso me hizo sentir más segura, el otro va abriendo paso y tú sólo tienes que seguirle. Son los túneles de Steinfjordtunnel y el Ørnfjordtunnelen. Muchos son además excavados en roca viva, con multitud de filtraciones, y no puedes evitar inquietarte al pensar en las enormes montañas que tienes encima.
Un dato curioso de estos túneles, debido a la cantidad de ciclistas en la zona, es que en algunos existe una luz de «alerta ciclista». Si vas en bicicleta y tienes intención de atravesar uno de estos túneles, antes de entrar existe un botón que al presionarlo enciende una luz roja parpadeante, eso alertará a los conductores de la presencia de un ciclista dentro del túnel. Al salir hay que apretarlo de nuevo al otro lado, y se apaga la luz. Interesante, no?
Como he dicho, tuve que replanificar mis visitas así que no las hice en orden y hasta repetí sitios que el primer día me habían quedado ocultos bajo la niebla. O en el camino de regreso volví a parar en algunos para vivir otra experiencia distinta, con otra luz, etc… Por eso no os relataré mi ruta tal como la hice, sino que os daré detalles de la ruta como si la hicierais de forma lineal, que es lo lógico y seguramente lo que haréis si alguna vez vais.
La vuelta que tuve que dar por el túnel cerrado (en rojo)
Fjordgård (punto de partida de las rutas a Segla y Hesten)
Es el punto fuerte de Senja, el más conocido, el que habréis visto en multitud de fotos. El Segla es un pico de 639 metros con una caída vertical sobre el mar y una inclinación que lo hacen reconocible desde casi cualquier punto de la isla. Es la ruta de senderismo más popular debido a su relativa facilidad y duración. Ojo, hay dos rutas distintas, pero ambas parten del pueblo de Fjordgård. Una es al pico Segla y la otra a su vecino Hesten (más fácil, 550 metros) desde donde se disfrutan las vistas del Segla y su corte vertiginoso hacia el fiordo. Se pueden combinar ambas, por supuesto.
Debido a la afluencia de visitantes, está prohibido aparcar en todo el pueblo de Fjordgård, excepto en los parkings de pago habilitados. Ese parking va por horas o por tarifa del día completo. Como no sabes cuánto te va a llevar hacer la subida y la bajada (lo normal es unas 3 horas, hora y media por trayecto), y cuánto te quieres quedar arriba, si quieres ir relajado y no tener que correr ladera abajo porque vence tu ticket del parking, lo ideal es poner más horas de lo que pienses. Yo concretamente puse 7 horas y me costó 202 NOK (unos 17 euros). Bajé mucho antes, pero sin pasar apuros. Recomendable: descargarse la app EasyPark para todos vuestros viajes en coche por Noruega.
Yo hice la subida al Hesten, la ruta empieza un poco más adentro del pueblo, en este punto, dejando el parking atrás. El primer tramo consiste en subir una empinada cuesta siguiendo los postes de la luz por lo que parece ser una pista de esquí. El camino se adentra después por una zona húmeda, donde hay instaladas tablas de madera para poder pasar. Y finalmente la subida continúa por zona pedregosa por donde hay que seguir los puntos azules en las rocas. Llega un momento en el que no sabes muy bien si seguir hacia la derecha (hay puntos azules) o hacia la izquierda (donde hay sendero pero sin puntos azules). Hacia la izquierda vas directo a la base del Segla, mientras que hacia la derecha, por donde yo fui, llegas a la parte más alta del Hesten. Una vez allí, las vistas quitan el hipo. Si tienes vértigo ve con cuidado pues desde aquí ya sólo toca acercarte al Segla por el vertiginoso filo el acantilado, un tropezón supone la caída libre al fiordo.
Ambas rutas se pueden hacer en invierno, con raquetas de nieve por supuesto. Y tiene que ser espectacular desde arriba ver los colores de la noche polar, o el «amanecer» con sus tonos naranjas, o incluso la aurora boreal. Y si en invierno los inconvenientes son la falta de luz, el frío, la nieve o las ventiscas, en verano hay principalmente uno, bueno dos realmente: el calor si te pilla un día de verano intenso, y sobre todo… Dios mío, los tábanos! Están por todas partes y creedme, los hay a millones! Insoportable, no puedo describir lo que era no poder pararte a descansar porque en dos segundos literalmente te invadían el cuerpo entero. A pesar del calor, opté por taparme de arriba a abajo, sudadera hasta la capucha, pantalón largo (que ya llevaba de todos modos) y mosquitera en la cabeza. A todo esto embadurnada de loción antimosquitos, de crema solar, con las gafas de sol debajo de la red…, el panorama no podía ser más poco glamuroso, desde luego no es una situación para ir mona…
Pero sin duda, vale muchísimo la pena. Si además tienes la suerte de hacerlo en un día muy despejado, desde arriba ves todos los picos de Senja y si te sientas un rato a merendar y contemplar, tienes ante ti un espectáculo natural inigualable. Yo lo hice pronto, a buena hora, y a la bajada ya se notaba la afluencia de gente que empezaba a subir. El pueblo ya era un hervidero y el parking ya estaba completo. El sol picaba con fuerza y mi salvación fue tomarme un helado en el pequeño supermercado local.
Desde Hesten el Segla queda al sur por lo que verás su cara norte. Sin embargo, justo antes del túnel que da acceso a Fjordgård, se inicia la ruta de subida al pico Barden, de 659 metros, y desde allí se puede ver la cara sur del Segla, que queda un poco más bajo. Yo ya había tenido suficiente caminata y mi siguiente destino era pasar la tarde en la playa de Ersfjordstranda. Creo que fue el día más caluroso de mi viaje a Noruega.
Segla y Hesten desde el otro lado del fiordo


Los pueblos de Senjahopen y Mefjordvær
Pero antes de llegar a la playa más famosa de Senja, pasarás por dos pueblos (requieren un pequeño desvío de la carretera principal), los más grandes e importantes de la zona. Y digo importantes porque al menos en Senjahopen hay un supermercado grande y una gasolinera, así como un acogedor café, el Senja Lounge. Y en Mefjordvær hay cierta animación gracias al complejo de alojamientos de Mefjord Brygge, un fantástico establecimiento que cuenta con habitaciones en su edificio principal, donde también está el restaurante, y también con apartamentos y casitas de diverso tamaño repartidos por el pueblo y en palafitos sobre el agua. Hasta tienen una caseta para la observación astronómica y de auroras. Realizan actividades de pesca y aprovechan para que los huéspedes vean cómo se limpia el pescado que después a la noche te cenarás. Resulta curioso el contraste entre el ambiente acogedor del interior, como de cabaña de montaña, con el aspecto rudo y de pescadores del exterior.
En este pueblo se acaba la carretera y el puerto cuenta con un espigón ideal para dar un paseo, desde allí pude divisar unas aletas, no llegué a saber si eran delfines o ballenas pequeñas. Justo al lado, protegiendo el pueblo, el pico Knuten que da nombre también a una pequeña ruta senderista circular por la parte más interior, cerca de una laguna y una cascada.
La playa de Ersfjordstranda
Siguiendo la carretera escénica 862 y atravesando el dichoso túnel Geitskartunnelen, en 10 minutos desde Senjahopen te encontrarás de bruces con una playa impresionante, Ersfjordstranda, la más conocida y donde para toooooodo el mundo. Tiene un parking bastante grande, unos aseos públicos de diseño con tejas doradas imitando las escamas de un pez, y una zona amplia de acampada y meredendero.
El contraste del agua turquesa, la arena dorada y las enormes montañas con nieve todavía en sus cimas, configura una imagen de postal. Es una playa muy amplia, y el día que fui a pasar la tarde, después de hacer la ruta de Hesten, estaba llena de familias comiendo, con sombrillas, colchonetas, perros, un día de playa normal como el que puedas imaginar en España a finales de junio. Gracias a los 24 grados que hacía ese día, era la oportunidad única para poder bañarme en el Ártico, así que ahí me metí, el agua del mar estaba a 10 grados y me sorprendió que no me costó tanto como esperaba, a pesar de que el fondo era muy bajo y había que andar mucho mientras te salpicaban las olas. No sólo me metí, sino que nadé un buen rato. Sin embargo, otra vez los molestos tábanos hacían casi imposible poder disfrutar de la playa con tranquilidad.
Junto a la playa hay un pequeño muelle con dos diques o rompeolas que hacen que se forme otra pequeña y preciosa cala, por donde desembocan los arroyuelos de la nieve derretida de las montañas. En ese punto el agua del mar es tan pura y limpia que es casi transparente.
Es sin duda una de las paradas más bonitas de la ruta, en verano, y en invierno, que tiene que ser, a ciencia cierta, un paisaje completamente diferente!
La playa de Ersfjordstranda en un día de sol













La playa de Ersfjordstranda en un día con niebla




El mirador de Tungeneset, «los dientes del diablo»
Seguimos carretera, siempre hacia el oeste, y nos encontramos con un pequeño aparcamiento, donde caben unos 10 coches, junto a una pequeña caseta (aseos) y una pasarela de madera sobre las rocas. Diréis, ¿qué es esto? No veo una playa, ni una cascada, ni un puerto… nada. Hay que bajar la rampa de madera, plantarse en las rocas y seguir hasta la punta. Los picos de las montañas que te quedan delante, al otro lado del pequeño fiordo de Ersfjord, son la gran atracción aquí. Este mirador se llama Tungeneset, y se le conoce como Devil’s Teeth o Dientes del Diablo, por lo afilado y escarpado de los picos. Si te acercas más hasta la punta de las rocas, hay pozas de agua encharcada, que dan muy bien para hacer fotos de reflejos.
Steinfjord
Seguimos carretera y enseguida llegamos al siguiente fiordo, Steinfjord, donde hay un pequeño pueblo y otra playa. Aquí dormí una noche, en el Camp Steinfjord, un curioso establecimiento dedicado a la pesca, que ofrece habitaciones muy baratas, con baños y cocina comunitarios, y que además cuenta con un excelente restaurante especializado, como no podía ser de otra manera, en la pesca del día. Creo que fue el único día que cené en condiciones, con plato y cubiertos! Además está llevado por un equipo de jóvenes muy simpáticos y atentos. La decoración es sencilla, pero curiosa, hay momentos que te da la sensación de estar en un barco, además tiene una enorme terraza de madera sobre el mar.
Un bonito paseo al atardecer desde el alojamiento hasta la playa, te permite pasar por pequeños embarcaderos con casetas rojas e ir viendo como el sol va desapareciendo por detrás de las montañas tiñendo todo de dorado. La playa de Steinfjord no es tan bonita como Ersfjordstranda, la arena no es tan blanca y el fiordo donde se encuentra es mucho más estrecho lo que la hace estar un poco encajonada y en sombras. Pero tiene su encanto pasear por la arena hasta el final en busca de conchas curiosas.
La carretera se aleja a continuación de la costa, para atravesar las enormes montañas, a través del túnel Steinfjordtunnelen, uno de los que os comenté que es de un único carril.
Skaland (punto de partida de la ruta a Husfjellet) y Bøstranda
Cuando sales del túnel ya estás, como por arte de magia, en otro fiordo. Aquí conviene dejar por un momento la carretera escénica 862 y tomar el desvío hacia la derecha en dirección Skaland. Aquí además de un camping, un supermercado y una gasolinera, se encuentra el inicio de la ruta hacia otra de las cimas para populares de Senja, el Husfjellet (632 metros). Desde aquí. No la hice, pero tengo entendido que desde lo alto puedes ver los dos fiordos, uno a cada lado, y casi la totalidad de la isla. Mucha gente a esa hora iniciaba la caminata, hora punta. Yo me detuve a tomar un café en el Skagi Senja Hotel & Lodge, donde estuve conversando con una madrileña que trabajaba allí en la temporada de verano. Siempre que hablas con un local o alguien que no está de vacaciones, te desmitifica un poco el lugar, lo que a ti te parece fascinante y donde aseguras que pasarías días o semanas sin problemas, tiene siempre su lado malo y sus inconvenientes.
Si sigues esa carretera después de Skaland llegas al final, donde se acaba, y allí te espera mi playa favorita de Senja, Bøstranda. Si Ersfjordstranda ya me pareció preciosa, ésta es el doble de bonita, y además… no hay prácticamente nadie! Tiene la arena más dorada que he visto nunca, el agua no es turquesa, sino verde esmeralda! Es muy muy fotogénica! Tienes además enfrente todos los islotes de Bergsøyan, de los que os hablaré más adelante. Desde Skaland se puede alquilar un paddle o un kayak para dirigirte hacia esas islas desiertas de aguas cristalinas. Esta especie de bahía llena de islas, entre Bøvær y Hamn es, para mi gusto, la zona más bonita de Senja. Mirad esta foto aérea, o la playa en ésta otra. Decidme, por favor, que no es una maravilla!
En uno de los extremos de la playa hay una curiosa construcción sobre palafitos, la típica casa noruega de madera roja, donde se llevan a cabo exposiciones, festivales de arte o de música, donde se puede tomar algo rodeado de cachivaches y antigüedades, y tiene también habitaciones para alojarse. Se llama Krakeslott (el castillo de los cuervos) y se puede alquilar para eventos. Me enteré que lo quieren echar abajo para montar un hotel de lujo, y se ha creado un movimiento social para impedirlo.
No me digáis que la playa de Bøstranda no es una auténtica maravilla?!











El mirador plataforma de Bergsbotn
Deshacemos el camino y volvemos a pasar por Skaland, para retomar de nuevo la carretera principal, que nos llevará, a través de Bergsbotn, montaña arriba hacia el interior. En la subida, en una curva de la carretera hay un mirador sobre el fiordo, el Bergsbotn utsiktsplattform, una plataforma que cuelga literalmente sobre el vacío. Ojo que el parking es muy pequeño, caben prácticamente 6 coches o menos si hay caravanas. Y en esa carretera es imposible parar en otro lado. Las vistas son impresionantes, un lugar espectacular para hacer un mirador.
La carretera continúa por el interior, pasando por algunos lagos y de nuevo un túnel, el Skalandtunellen. Siguiendo montaña abajo (recordad que habíamos subido) llegas a Straumsbotn, donde termina oficialmente la carretera 862. Pero ojo! No termina la ruta, ni mucho menos! Aquí el cruce te lleva, hacia la izquierda por la carretera 86 hasta Finnsnes por el interior de la isla (toda la vuelta que tuve que hacer por el cierre del maldito túnel) o hacia la derecha continúas serpenteando la costa y descubriendo maravillas. Lo primero que te encontrarás es el puente Trangstraumen Bru. Ya podrás intuir que el color de las aguas por aquí son únicos. A pocos minutos estarás en Hamn!
Aquí, en el puente, había quedado, en un encuentro improvisado, con mi amigo Pietro, guía de Tierras Polares, con quien hice el viaje de Lofoten. Fue un bonito momento de reencuentro en la carretera! 🙂
Antes de llegar a Hamn atraviesas el Trangstraumen Bru










Hamn i Senja (punto de partida de la ruta a Sukkertoppen)
Sigues la carretera y llegas al mini pueblo de Hamn i Senja, bueno, realmente ni es pueblo ni es nada, se trata de un hotel, uno de los mejores de la zona. Pude dar fe tomándome un café en los salones de su acogedora y lujosa cafetería. El entorno es brutal, tiene un puerto, unas casitas junto al mar, un faro, un despliegue de multitud de actividades náuticas, en unas aguas tranquilas y de un color azul indescriptible. Me llamó mucho la atención, justo a la entrada del acceso al hotel, una caseta plantada en medio de un islote de roca, y a la que sólo se podía acceder por un puente colgante. El agua que rodeaba, por favor….. sentí ganas de llorar cuando vi tremenda maravilla. Aquí una foto aérea en invierno, pero mis fotos abajo os mostrarán cómo luce en verano. Otra foto de Hamn desde el cielo. Estas fotos aéreas me dan la vida, me parecen fascinantes para ver todos los detalles!
Desde aquí parte, por dos caminos distintos, la ruta hacia el pico Sukkertoppen (450 metros). Intenté la subida pero sólo me quedé a medio camino, en la zona del mirador Utsikten. Estoy cero en forma! Desde aquí, además de tener a tus pies todo el puertecillo de Hamn, se divisa a la perfección todos los islotes de los que os hablé antes, Bergsøyan, a los que se puede llegar en kayak. Skaland y Bøstranda quedan al otro lado de la bahía. No creo que pueda haber un momento más contemplativo y de paz interior que quedarte un buen rato observando los detalles, si no fuera por los malditos tábanos incordiantes! El camino es muy sencillo, y se puede hacer por dos lados. Yo me decanté por partir de este punto, y pasando por una pequeña presa de agua llegas rodeada de mosquitos, eso sí, al pico-mirador. Pero también es posible acceder desde aquí, que es por donde bajé.
Las vistas de Hamn y Bergsøyan desde Utsikten














Mirad los kayaks qué diminutos!

Ballesvika y Gryllefjord (puerto de donde sale el ferry a Andenes)
Seguimos la carretera ya hasta nuestro punto final de la ruta. Pasamos por Ballesvika, una bonita playa con un sencillo cementerio y tomamos otro túnel más (he perdido la cuenta), el Ballesvikskartunnelen. Al salir de este túnel lo harás directamente sobre el puente Gryllefjord bru. Este túnel se construyó para salvar la carretera que subía y bajaba la montaña, aún se puede llegar hasta arriba (desde el lago de Gryllefjord), pero sólo para ver las vistas pues no enlaza con la carretera principal.
Una vez cruzas el puente, puedes o subir montaña arriba hasta Torsken, donde ya sí que sí se acaba la carretera, o desviarte a la derecha hasta llegar a Gryllefjord, un animada localidad pesquera donde todo gira al ferry que enlaza Senja con Andenes (en Vesterålen), la ruta natural entre Senja y Lofoten si no quieres tener que tragarte más de 6 horas de conducción por el continente. En el pueblo hay multitud de arte callejero y murales, destaca uno de un frailecillo a la entrada del pueblo.
Ballesvika


Gryllefjord puerto, ferry a Andenes, túnel y puente de acceso




Y ya está! Esta sería la ruta escénica de Senja completa! Si tienes tiempo puedes ampliarla al principio visitando la isla de Husøy o Bontham. Y puedes volver a Finnsnes para salir de Senja deshaciendo toda la misma carretera o volviendo por el interior, por la 86. Acordaos por favor de revisar los horarios de los túneles u os veréis obligados a ir y venir tontamente, con el consiguiente gasto de gasolina y tiempo!
Regreso a Tromsø, Bardufoss
Si volvéis a Tromsø por la carretera continental (no con el ferry a Kvaløya), podéis hacer una parada interesante en la zona de Bardufoss, visitar el monumento de la batalla de Narvik, y quedaros incluso a dormir en las fantásticas casitas de Høgtun kulturklynge, un lugar excepcional, cómodo, bien ubicado, y sencillamente tirado de precio! Forman parte del complejo de un centro cultural donde realizan múltiples actividades. Cada casita consta de una enorme cocina y salón comedor y a cada lado 4 habitaciones y dos baños. Aquí dormí una noche, prácticamente sola en mi casita, y sinceramente, fue una de las mejores! Como curiosidad, junto al alojamiento hay una caseta que hace homenaje a una antigua estación de tren, una iniciativa de un particular, donde reúne objetos de la época.
Pero lo interesante de esta zona es poder visitar las cascadas que forman los ríos Målselv y Barduelva. De hecho hay una ruta reconocida, la ruta de las cascadas («Foss til Foss«, de cascada a cascada), que parte de la Bardufoss Waterfall y llega a la imponente Målselvfossen, donde el río coge más fuerza y arrastra montones de troncos. Todo el recorrido está salpicado de resorts vacacionales y cabañas para la pesca de salmones. También al inicio, podemos encontrar el museo etnológico Fossmotunet – Målselv Bygdemuseum con casas antiguas bien conservadas (los interiores estaban cerrados). Bien vale una parada antes de seguir hacia Tromsø (2 hrs desde aquí).
Al final entre todos los desvíos y kms extra, recorrí 1.011 kms y gasté 1.105 NOK (94 euros) en gasolina.
Os recuerdo los alojamientos en los que estuve + otros que consideré:
Oras opciones:
TorskenSenteret / Senja by Heart
>> Todas las fotos <<
Ruta previa: Solsticio de verano en el Cabo Norte




































































































Un comentario en “Escapada a Senja desde Tromsø”