Tenía esta entrada guardada en Borradores, a la espera de poder hacer mejores fotos en alguno de mis paseos. Lamentablemente, tras mi marcha de Islandia no la publiqué, y me daba pena que quedara en el olvido. Por eso, la publico tal cual, meses después.
Siguiendo la serie de paseos que he ido descubriendo en Reykjavik (parte 1, parte 2) hoy tocan algunos de los lugares más bonitos de la ciudad y que realmente sólo en verano se observan en su máximo esplendor.
Este paseo es el más largo, pero se puede hacer en varias etapas por separado, por ejemplo ir al Jardín Botánico y volver (que antes me parecía lejísimos para ir andando, ahora lo veo muy cerca) o ir en bus al Museo Árbær y volver andando por Fossvogsdalur. O combinarlo con otro, por ejemplo playa Nautholsvík y Fossvogsdalur.
Lo primero que encontramos de camino al Jardín Botánico es Þvottalaugarnar, las antiguas lavanderías de la ciudad situadas en el valle de Laugardalur, donde también se encuentran los principales pabellones deportivos de la ciudad y el zoo.
Siguiendo los verdes prados del parque (blancos en invierno) se llega al Jardín Botánico, pequeño y coqueto, pero con mucho encanto. Varias veces he estado visitándolo, y siempre lo he encontrado muy diferente, dependiendo de la época de floración de las distintas especies de flores y árboles. Cuenta con un completo jardín temático, y un encantador café-invernadero.
De camino al Árbær Open Air Museum puedes pasar por el polígono de Skeifan y comprar algo para comer de picnic en Hagkaup (para mí, el supermercado más surtido de la ciudad, aunque también el más caro) o comer algo sano en Gló. Para llegar al museo, atravesamos el valle de Elliðaárdalur, un verdadero pulmón verde. Tiene frondosos bosques, un río donde se pueden pescar truchas, una cascada, una granja de conejos. Es tan grande que puedes recorrer un lado a la ida y volver por el otro.
Por la parte alta del parque, donde está la presa, se accede al museo de casas antiguas de Reykjavík, Árbær, que tal cual fueron sacadas del centro y reconstruidas aquí para su preservación. Las casas están amuebladas y equipadas con enseres y utensilios de la época y en la enorme extensión hay también una granja de animales.
Vuelves a atravesar Elliðaárdalur para seguir todo un circuito peatonal hacia el oeste, hacia el mar. Entras entonces en un bonito valle, donde hay jardines, prados y pequeños bosques. El Yndisgarðurinn es un bonito jardín de rosas de todas las especies nórdicas. Sigues el curso del riachuelo, salpicado por puentes y jardines de inspiración oriental, hasta Fossvogsdalur.
Cuando llegas al mar, puedes enlazar con el carril peatonal y de bicicletas de la costa, llegar hasta la playa Nauthólsvík, o subir a través del cementerio por Öskjuhlíð hasta Perlan, para volver al centro de nuevo. Un recorrido muy completo.